martes, 30 de abril de 2013

Los enigmas del discurso



Finalmente la Presidenta habló después de unos días de mutismo.  Dijo que en resguardo de los más altos intereses de la patria, había decidido poner fin a la concesión de la carretera San José-San Ramón.  Admitió que no era posible seguir adelante con la concesión defendida a capa y espada por el ministro Castro. 

Desde Maquiavelo hasta nuestros días se pregona que la política es el arte de lo posible.  Es casi un axioma de la ciencia política.  Dicho en cristiano: saber cuándo empujar o presionar, y cuándo retroceder o conceder.  Hacer cualquiera de estas cosas a destiempo implica grandes costos políticos.  En ambos casos se pueden provocar reacciones amenazante para la estabilidad social y política, y quien gobierne, sea hombre o mujer, lleva las de perder.  En regímenes de carácter parlamentario esas salidas en falso provocan renuncias y hasta caída de gabinetes.  Pero en el país más feliz del mundo nada de eso ocurre.

Se retrocedió tarde –como en el intento de aumentar los salarios de los diputados--, cuando el espacio político se había acabado y en el horizonte se vislumbraba un encontronazo con las comunidades afectadas y con otros sectores que se habían sumado a la justa protesta o amenazaban con hacerlo.  Había que salir del entuerto de la mejor manera posible.  Pero el discurso del 22 de marzo no sirvió para zanjar el diferendo en buenos términos.  Aumentó distancias y arrojó dudas sobre el acuerdo con la empresa OAS.  ¿Qué significa “mutuo acuerdo”?

En segundo lugar, la Presidenta lamentó que los opositores al proyecto no aceptaran nunca el diálogo.  ¿Pero no era eso lo que demandaban ciudadanos y ciudadanas organizados en el Foro de Occidente?  La Presidenta hizo en el discurso una diferencia entre las personas que participaron de buena fe en el movimiento y otras que no lo hicieron así.  Queda la duda de quienes serán esos opositores, o sectores, como dice más adelante, “…que a partir de estrechos intereses, decidieron atacar la obra, contaminar la discusión y exacerbar los ánimos”.  Fuerte aseveración que no se aclara, con el agravante que pone en entredicho al movimiento popular, porque más adelante habló de “…mezquinos intereses políticos y económicos que a menudo entorpecen proyectos, simplemente, para generar agitación, o porque no se les adjudicaron a sus empresas”.  ¿Nos estará enviando una clave para la compresión profunda del movimiento porque tiene más información que nosotros o simplemente es una figura retórica?  Vaya usted a saber.

Finalmente, dijo estar totalmente decidida “…a poner fin, de una vez por todas, a las múltiples irregularidades que, de forma crónica, han plagado la construcción de carreteras en nuestro país”.  ¿Por qué no lo habría hecho antes?  ¿Dentro de los proyectos con irregularidades incluirá la “trocha” y la carretera San José-San Ramón?  Otro punto sin aclarar.

Conclusión: el discurso no tendió puentes y más bien dejó muchas interrogantes.

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