martes, 27 de marzo de 2012

Se acabó el amor


En realidad nunca existió tal sentimiento entre Otón Solís y la Alianza por Costa Rica. El acercamiento del PAC con el resto de partidos de oposición se pudo realizar porque él estaba fuera del país y su poder de veto había disminuido. Su regreso marcó, a mi juicio, un punto de inflexión en el accionar del Partido, pues desde ese momento se reveló la división actual entre lo que se podría llamar de forma simplista el “purismo” ético encabezado por Solís, y una línea de acción más abierta y pragmática que incluye a otros dirigentes destacados como Román Macaya, Margarita Bolaños, Juan Carlos Mendoza y Luis Guillermo Solís. Calificar a este grupo como izquierdistas o “chavistas” me parece totalmente inapropiado.

Es contra este telón de fondo que habría que localizar el acuerdo con el gobierno, que llevó finalmente a la aprobación de la ley de Solidaridad Fiscal, seguramente con grandes costos en términos de simpatía ciudadana. Porque desde entonces el PAC ha estado enviando mensajes contradictorios, sembrando la confusión en sectores que habían venido votando por el Partido desde 2002, aunque cada vez con mayor renuencia, como lo muestran los resultados de las últimas elecciones, en votos y en curules alcanzadas en la Asamblea Legislativa. Esta dualidad de posiciones no parece que se logró atenuar con el Congreso Ciudadano, donde se ha intentado, al parecer sin éxito, construir una plataforma política más claramente delineada.

Lo sucedido la semana anterior corrobora, según mi criterio, esta dualidad. En el “Manifiesto por una Alianza Electoral para el 2014”, emitido por la Comisión Política y el Comité Ejecutivo Nacional, se expresa claramente la “…disposición a participar en procesos de negociación con los partidos políticos nacionales y locales y con las organizaciones sociales y productivas que representen la diversidad de nuestra sociedad, para la construcción colectiva de una gran alianza electoral para el 2014”. Igualmente se ratifica el compromiso adquirido el año anterior, para mantener la Alianza Parlamentaria por Costa Rica. No se pone ningún condicionamiento, ni se veta a nadie.

Sin embargo, inmediatamente sale Solís y algunos de sus seguidores cercanos, a poner condiciones, situándose por encima de la institucionalidad partidaria. ¿A quién creerle? ¿Qué pueden esperar las y los electores de un Partido que se debate en tales contradicciones a escasos 23 meses de las elecciones de 2014? En vez de acercar simpatizantes, el PAC parece estar empeñado en alejarlos.

La dirigencia del PAC debe aterrizar en la realidad política de hoy. Se trata de un partido pequeño, seguramente hoy más pequeño que hace un año, sin posibilidades de alcanzar en solitario una victoria electoral en 2014. Necesita de alianzas, pero para lograr las apropiadas debe, primero, unificar su mensaje, y, segundo, a lo mejor deshacerse de rémoras y gamonalismos.

¿Estará también acabando el amor dentro del PAC?

martes, 20 de marzo de 2012

Tres de cuatro

Tres de los cuatro diputados designados directamente por la entonces candidata Chinchilla, en agosto de 2009, han renunciado antes de finalizar el segundo año de su gobierno. Primero lo hizo Guillermo Zúñiga a un año escaso de haber asumido funciones, y ahora le han seguido Francisco Chacón y Viviana Martín. En el período 2006-2010 tomaron ese camino Silvia Charpantier y Magi Antillón, quien dejó su curul para ocupar la cartera de comunicación, pero no renunció inmediatamente. Unos y otras fueron designados a dedo, ocupando los primeros lugares por San José.

En el pasado reciente fracciones de otros partidos han perdido diputados, pero los disidentes no abandonaron la Asamblea, sino que mantuvieron sus curules como independientes. Entonces, más allá de las motivaciones personales, algo parece que sucede dentro de Liberación Nacional que lleva a estas renuncias. Dado que es un partido cuyo norte es oscilante, porque depende de quien lo controle, es posible que muchas de las personas que conforman los círculos de mayor confianza de candidatos y candidatas presidenciales, y que posteriormente llegan a diputados y ministros, se sientan claramente identificados con esas figuras, pero no ciertamente con un programa partidario, porque no existe.

Y así llegan a la Asamblea Legislativa, que no es precisamente un lecho de rosas. En realidad nunca lo ha sido. Es un espacio de confrontación, de conflicto, de negociaciones arduas y de acuerdos costosos. En tiempos del bipartidismo la situación era relativamente más llevadera, pero en la actualidad es muy compleja debido a la presencia de varias fracciones. En ausencia de propuestas programáticas de largo aliento, que den perspectiva y sentido al trabajo de diputadas y diputados, más allá de sus objetivos de realización personal, la permanencia en la Asamblea termina convirtiéndose para algunos de ellos en un verdadero tormento, porque dicha ausencia, además, desata el personalismo y la competencia atroz, colocando las bajadas de piso en primerísimo lugar en el orden del día.

Como no hay posibilidades de hacer carrera parlamentaria, el paso por la Asamblea Legislativa se ve como algo temporal, como una estación de corta duración en la vida, y no precisamente de las más atractivas. El sistema favorece el olvido de diputadas y diputados de sus electores, a quienes deberían rendir cuentas de sus acciones. Un sistema perverso que tiende a desvincular al representante de sus representados.

El hastío, la frustración y los ofrecimientos de otros espacios lleva a las salidas personales, pero, ¿qué pasa con quienes dieron su voto por una determinada lista partidaria? Creo que merecen una explicación y una disculpa, que no es solamente asunto de las y los renunciantes, si no, principalmente, del Partido. Quienes de buena fe votaron en febrero de 2010 por las listas de candidatos a diputados de Liberación Nacional deberían exigirlo. ¿No lo creen ustedes?

martes, 13 de marzo de 2012

¿Cambios estratégicos o cosméticos?

El jueves 15 se concretarán los cambios ministeriales anunciados por la Presidenta. Laura Alfaro queda fuera y vuelve a los Estados Unidos; Roberto Gallardo regresa a Planificación y Francisco Chacón deja la curul y asume Comunicación.

La salida de la ministra Alfaro estaba cantada desde hace mucho tiempo, pese a que en una entrevista a Diario Extra del 28 de julio de 2010 esbozó un ambicioso conjunto de metas imposible de alcanzar en 21 meses, que es lo que finalmente duró su gestión. Supongo que se le recordará por haber parado la ejecución de la Ley General de Transferencia de Competencias del Poder Ejecutivo a las Municipalidades, impulsada por su antecesor, que ahora vuelve al cargo. Metió al gobierno en problemas con la fracción y las municipalidades, pero logró su cometido. Seguramente los partidarios de dicha Ley están de plácemes y se frotan las manos, pensando que finalmente las cosas volverán al cauce definido por el gobierno anterior.
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Lo que si ha resultado sorpresivo es el regreso de Roberto Gallardo a Planificación Nacional y Política Económica, y, sobre todo, el nombramiento de Francisco Chacón en su lugar. La primera reacción, desde esta acera, es de perplejidad, porque el perfil profesional y político de Chacón no parece coincidir con la imagen que se tiene de un ministro de comunicación: básicamente la de alguien con formación en comunicación política, no necesariamente periodista, que puede articular toda una estrategia de información y divulgación sobre lo que se hace en el conjunto del gobierno. Gallardo tampoco la tenía, por supuesto.
Sin embargo, escuchando al nuevo Ministro en sus declaraciones a la televisión y la radio, y tratando de leer entre líneas lo que ha dicho por la prensa, la conclusión preliminar a que arribamos en un segundo momento de reacción es que Chacón aspira ser algo más que un mero vocero de la Presidenta y del gabinete. El énfasis que ha colocado en las funciones de enlace hace pensar en otro tipo de labores, que aparentemente deberían estar a cargo del Ministro de la Presidencia o del propio Ministro de Planificación.
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¿Estará pensando también en servir de enlace con la fracción legislativa y la Asamblea? ¿Estaremos a las puertas de un conflicto de competencias entre jerarcas? Chacón, en declaraciones para Diario Extra, se apresuró a aclarar que tiene una excelente relación con Carlos Ricardo Benavides, quien seguirá siendo el enlace con la Asamblea Legislativa, y con quien espera que no se generen roces. Sin embargo, la duda queda.

Con este ascenso al Ministerio Chacón se libra de votar el impuesto del 15 por ciento a las zonas francas, contenido en el proyecto de solidaridad tributaria que actualmente se discute, impuesto al que se oponen él y su esposa, la Ministra de Comercio Exterior. La fracción liberacionista pierde uno de sus miembros destacados, fortaleciendo de paso el liderazgo de Luis Gerardo Villanueva.

martes, 6 de marzo de 2012

Alianzas por encima de las gentes

Mucho se ha hablado en las últimas semanas sobre la continuidad de la llamada "Alianza por Costa Rica". No se si el tema interesa a la mayoría ciudadana o si solamente es un asunto que preocupa a las elites políticas y a los medios de comunicación. El hecho es que ha dado origen a encendidos debates, sobre todo dentro del PAC, que han crispado los ánimos de defensores y detractores.

La Alianza nació con el objetivo limitado de controlar el directorio legislativo y, de esa manera, imprimirle a la Asamblea una dinámica diferente. De antemano se sabía que no se podía ir mucho más allá, por lo menos por ahora, porque algunas de las fracciones partidarias son como el agua y el aceite. Es decir, líquidos que no se pueden combinar, aunque a mediados de 2010 científicos estadounidenses anunciaron haberlo logrado mediante el uso de un catalizador.

Desde que se planteó como posibilidad, la Alianza enfrentó cuestionamientos provenientes de diversas fuerzas políticas, principalmente del Partido Liberación Nacional y los grupos económicos y sociales afines. Su fracaso ha sido anunciado una y otra vez, a pesar de que no ha transcurrido todavía el primer año de su funcionamiento y de que está pendiente una evaluación objetiva de los resultados. Pero defensores y detractores no pueden evaluarla contra el telón de fondo de las elecciones de 2014, como parece estar sucediendo. Porque una cosa es una alianza con objetivos de acción parlamentaria y otra una alianza electoral.

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Dada la dispersión de fuerzas políticas predominante en el país y la ausencia de liderazgos políticos con amplia credibilidad, no es de extrañar que en las distintas fuerzas de oposición predomine la idea de que solamente mediante una compactación nacional, al estilo de las que se hacían en otras épocas, sea posible derrotar al PLN en 2014. Compactación que unos consideran que debe hacerse con las fuerzas políticas con representación parlamentaria; pero que otros rechazan, por la supuesta corrupción presente en algunos de esos partidos, prefiriendo mirar hacia grupos que están fuera del ámbito parlamentario.

A unos y a otros se les olvida que la situación económica y política del país es muy diferente a la de décadas pasadas, y que hoy en día hay un porcentaje elevado del electorado que no solamente rompió con las tradiciones políticas predominantes en la segunda mitad del siglo pasado, sino que está más informado, que no come cuento fácilmente, y que tiene otros valores y otras aspiraciones. Precisamente por eso demandan participación efectiva en la construcción de propuestas político-electorales.

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Hacer alianzas a espaldas de esa realidad inexorablemente llevará al fracaso. Las iniciativas que solamente contemplan las cúpulas partidarias o las elites económicas e intelectuales nacerán muertas si no logran conectarse con fuerzas sociales concretas, que jueguen el necesario papel catalizador.