martes, 29 de marzo de 2011

La Caja y la calidad de la democracia

Tres instituciones han sido fundamentales para desarrollar y para apuntalar la imperfecta democracia costarricense: la educación pública, la Caja Costarricense de Seguro Social y el Instituto Costarricense de Electricidad. Como es conocido esas tres instituciones han venido sufriendo desde los años ochenta del siglo pasado las embestidas de equivocadas políticas públicas originadas en esa tosca visión de que todo lo público es malo e ineficiente y que, por tanto, hay que pasar a manos privadas todo lo que se pueda.

Nos interesa concentrarnos por ahora en la Caja, donde lo sucedido en todos estos años es realmente dramático. La Institución no solamente perdió fuelle por influjo de las políticas públicas señaladas, sino que también ha sufrido agresiones directas por grupos políticos y económicos que visualizaron la posibilidad, y la concretaron, de usar los fondos públicos con fines de enriquecimiento privado. Harto conocido es el caso del préstamo finlandés, que todavía se debate en los tribunales.

Pero también el dinero de la Caja, dinero de todas y todos nosotros, ha servido para desarrollar en buena parte el sistema privado de medicina. Por un lado a través de la contratación de servicios especializados, tema alrededor del cual se ha discutido mucho; por el otro, a través del desmejoramiento de la calidad de los servicios proporcionados por la Caja, como se explica a continuación.

Largas colas en dispensarios y hospitales, así como citas especializadas y cirugías programadas para meses y años, han empujado a sectores de las clases medias, incluso a sectores de bajos ingresos, a recurrir a los servicios privados. Los estudios indican que las personas con ingresos mayores han reducido la cantidad de consultas médicas en la Caja. Son esos grupos sociales los que han hecho crecer espectacularmente la consulta privada.

Esta situación hace que buena parte de las clases medias sienta irritación porque considera que debe pagar doblemente por el acceso a los servicios de educación y salud. Contribuye para el mantenimiento del seguro social; pero como los servicios que se ofrecen no satisfacen sus expectativas, no los usan del todo o solamente en casos señalados, como en cirugías e internamientos mayores.

La atención médica se ha dividido entonces en dos, como la educación: una para ricos y para sectores de ingresos medios altos, y otra para quienes no pueden pagar el elevado costo de atención en la mayoría de clínicas y hospitales privados, o para pobres.

En ese cuadro hay que situar lo que está sucediendo con los quirófanos del Hospital San Juan de Dios, y en general con todo el sistema público de salud.

¿Realmente hay interés de enfrentar los problemas con una perspectiva de justicia y bienestar social, de parte de jerarcas y gobernantes? Mucha palabrería, mucha justificación, mucha promesa y al final cada día peor. Mientras tanto la calidad de la democracia disminuye.

martes, 22 de marzo de 2011

Nuestro chino Estadio Nacional

Es comprensible la fascinación que el nuevo Estado Nacional está ejerciendo en la mayoría de los costarricenses. En un país en donde nada parece hacerse bien y menos en los tiempos programados, no puede menos que llamar la atención que una obra de esa magnitud, que presumimos está bien construida, se realice respetando el calendario de trabajo previamente establecido.

Cansados de las inauguraciones falsas, los fracasos y engaños tipo carretera a Caldera o platina del puente del Río Virilla, la atención necesariamente se tenía que concentrar en el Estadio Nacional.

Pero el Estadio parece que se ha convertido, aunque sea momentáneamente, en el nuevo símbolo nacional. La inauguración, los conciertos y los partidos de fútbol son tema obligado de conversación, y quienes apenas hemos pasado por el frente de ese impresionante edificio, no vamos a ir a conciertos ni a partidos, y tampoco estamos apuntados en alguna de las visitas guiadas, hemos terminado siendo gente curiosa.

La propaganda político comercial ha sepultado todo el trasfondo de la construcción de ese inmueble. Se olvida que se trata de un regalo de la República Popular China, dado en ocasión del establecimiento de relaciones, y que forma parte de lo que algunos llaman la diplomacia de los estadios de fútbol, muy usada en África. China ha obsequiado 52 estadios en países africanos, doce más están en construcción, y la fórmula se ha repetido en las Antillas Menores: Dominica y Granada. Así que no vengan con cuentos de que la solicitud fue inspiración de algún iluminado o de un grupo de dirigentes deportivos.

Se procura soslayar que esa obra –orgullo nacional—fue diseñada por ingenieros y arquitectos chinos, construida por obreros chinos y financiada con dinero chino. Se olvida también, en un país en donde la mayoría ve con malos ojos a Chaves y Ortega, que aunque China es un país admirable en muchas cosas, no es precisamente un modelo de democracia y de respeto a los derechos humanos. Lo que importa es ver a Messi o a Shakira, lo demás queda de lado.

Tampoco se habla de ese contingente de obreros chinos que sistemática y discretamente trabajaron muy duro durante meses para terminar la obra prometida. En un país en donde se admira casi solamente al norte desarrollado, deberíamos enaltecer el esfuerzo hecho por estos trabajadores. En homenaje a ellos deberíamos cambiar la manera de mirar y valorar a los chinos que conviven con nosotros y a los costarricenses de ascendencia china.

En unos meses la novedad del Estadio Nacional habrá pasado, pero las presas en calles y carreteras no solamente continuarán sino que serán mayores. ¿No hubiera sido mejor que nos regalaran unos cuantos pasos a nivel?

En fin, el hecho es que ahí está nuestro flamante chino Estadio Nacional. ¿Serán capaces las autoridades correspondientes de evitar su deterioro a corto plazo, como ha sucedido con la mayoría de las instalaciones del Parque La Sabana?

martes, 15 de marzo de 2011

La historia pudo haber sido otra

En el comentario anterior decíamos que los cables de WikiLeaks relacionados con el referéndum de 2007 sobre el TLC nos permitían comprender que solamente una parte del juego político ocurre en espacios abiertos, a vista y paciencia de la mayoría ciudadana. Pero los cables nos muestran otros aspectos de esta democracia, no precisamente muy agradables.

En primer lugar, más allá de la palabrería, lo cierto es que este es un país muy pequeño y por tanto sujeto a la influencia del gobierno de los Estados Unidos, cuyos embajadores, como Mark Langdale en 2007, están dispuestos a ejercer toda la presión posible sobre ciertos sectores de la clase política, con tal de alcanzar sus objetivos. Sectores que, además, ofrecen escasa resistencia y más bien buscan armonizar sus proyectos económico políticos con los de la potencia extranjera.

En los cables se indica como factor determinante en los resultados obtenidos la oportuna y sostenida intervención de la Casa Blanca y las autoridades estadounidenses de comercio, que “cerraron de golpe la puerta” a la posibilidad de una renegociación del Tratado, como lo planteaban algunos de los oponentes. Los medios nacionales dieron amplia cobertura a ese tipo de declaraciones que asustaban a sectores de la clase media que temían por sus empleos.

En segundo lugar, los cables muestran cómo algunos de los “defensores” de la democracia tica estaban dispuestos a violentar las reglas del juego democrático, con tal de no perder un pulso que consideraban vital para el “interés general”: léase intereses particulares disfrazados. Al tristemente célebre “memorándum del miedo” hay que sumar el intento de montaje sugerido por algunos de los cerebros de la campaña del Sí, con los dineros decomisados al narcotráfico. Montaje que se desactivó a medias, porque siempre circuló la especie de que el gobierno venezolano estaba financiando la campaña del No.

Se menciona también el esfuerzo propagandístico realizado a favor del TLC en la semana previa a la celebración del referéndum. A pesar de la prohibición del TSE para que no se emitiera propaganda en las 48 horas antes de la consulta popular, con la excusa de que estaban informando, los principales medios entrevistaron al Presidente Arias y otros funcionarios del gobierno, que expresaron sin cortapisas sus puntos de vista favorables al Tratado. Por supuesto que los opositores al TLC no gozaron de igual tratamiento. ¿Y qué decir del papel jugado por la cadena CNN, con entrevistas a supuestos expertos acerca los peligros que encaraba el país si se rechazaba el TLC?

WikiLeaks nos enfrenta de nuevo a la realidad del uso no democrático del poder adquirido por medios democráticos. Es muy fácil hablar de democracia y pontificar acerca de ella, como acostumbran ciertos políticos. Pero es difícil ser consecuente con lo que se dice, sobre todo cuando se ejerce el poder en procesos como el referéndum del TLC.

¡Claro que la historia pudo haber sido otra!

martes, 8 de marzo de 2011

Patios, sótanos y pasillos secretos

Los cables dados a conocer por Wikileaks, que ahora La Nación, con sagacidad periodística, es justo reconocerlo, ha puesto a disposición de los costarricenses, nos permite adentrarnos en algunos de los entretelones de la política local.

Los cables enviados por embajadores estadounidenses y otros funcionarios al Departamento de Estado, relacionados con el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana, junto con las denuncias sobre llamadas telefónicas con el propósito de influir en decisiones, y sobre los manejos de los dos millones de dólares donados al gobierno anterior por el Banco Centroamericano de Integración Económica, deberían servir para entender cómo se juega en los sub-sótanos, sótanos, túneles y pasillos secretos de la política nacional.

Porque es errónea la idea de que toda la política se desarrolla en espacios o en recintos a vista y paciencia de la mayoría ciudadana. Muchos son los asuntos que se negocian fuera de esos ambientes y muchas las decisiones que se toman lejos de la mirada ciudadana. Como en el teatro de títeres, arriba vemos moverse la marioneta, pero no vemos la mano que la mueve abajo. Encantados con el espectáculo, no nos preguntamos cómo funciona y qué intereses están detrás de la cortina que encubre al titiritero.

No sé que porcentaje de la ciudadanía sigue estos acontecimientos y tiene conciencia de sus implicaciones. Me temo que no es muy elevado. La gente común y corriente ya enfrenta demasiados problemas en el diario sobrevivir, como para poner atención a lo que pasa en los variados niveles de la política. Además, como lo indican los resultados de encuestas, la mayoría de las personas dice que se informa sobre política a través de los noticieros de televisión, medios en los que las imágenes dejan poco espacio para profundizar en la información y el análisis.

El desconocimiento, la inconsciencia y la desinformación ciudadana favorecen el fortalecimiento de los poderes verticales, ejercidos no en beneficio de la colectividad sino de unos cuantos intereses privados. Ojalá que el conjunto de revelaciones de las últimas semanas, y las que vendrán, sirva para provocar algún terremoto en nuestra adormecida conciencia ciudadana.

Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer. Una buena ocasión para reflexionar, hombres y mujeres, sobre su situación actual. Particularmente en el plano político, si bien es cierto que se han logrado avances, todavía hay mucho camino por recorrer. Hay bastantes mujeres en los puestos de decisión política, empezando por la Presidencia de la República. Las mujeres son la mitad de la población y solamente por ese hecho deberían tener un peso numérico similar a los hombres en la institucionalidad. Pero lo ideal sería que contribuyeran a mejorar la práctica política, ojalá demoliendo algunos de los sub-sótanos, sótanos, túneles y pasillos secretos de la política nacional.

martes, 1 de marzo de 2011

La política está en otra parte

A veces da la impresión que los políticos viven en un mundo aparte. Atareados en sus rutinas y ceremonias; en sus juegos de poder; en sus intrigas y conspiraciones, tienden a aislarse del mundo del resto de los mortales, de las ciudadanas y ciudadanos de a pie, como se dice. Ciertamente, hay algunos, no muchos, que también dedican su tiempo a proyectos y propuestas interesantes y beneficiosas para el conjunto social.

La mayoría se enreda en sus propias redes, actúa de acuerdo con sus propios intereses o de los grupos políticos a través de los cuales fue electa, y termina pensando y actuando como si todo comenzara y finalizara en ese mundo. Todo lo demás carece de significado, incluyendo la representación de un colectivo de votantes.

Pero la ciudadanía también tiende a olvidarse de ellos y solamente toma conciencia de que existen cuando sus decisiones la afectan directamente, y cuando complican o trastornan su cotidianidad y sus proyectos de vida. Los políticos, esos, van por un lado y la gente va por otro.

Una encuesta telefónica reciente del Centro de Investigaciones y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica arroja interesante información sobre la forma en que buena parte de la ciudadanía puede estar mirando la política y los políticos.

En el tema de las valoraciones de la Asamblea Legislativa, que constituye el tercer módulo de la encuesta, destaca lo siguiente: el 33% de las personas entrevistadas no sabe cuál fracción partidista es la mayor; el 78,1% considera que el trabajo de los actuales diputados está entre regular y muy malo; el 53,2% dice que dicho trabajo es igual que el período anterior y solamente el 21,3% dice que es mejor.

Se les pidió que mencionaran el nombre de tres diputados. Aproximadamente el 90% de las personas no pudo mencionar ninguno y la frecuencia con que indicaron algunos nombres es prácticamente insignificante. El aumento de salarios es, por supuesto, la propuesta de los diputados que más ha llamado la atención; pero nuevamente destaca un 57% que no sabe o no respondió a la interrogante sobre el proyecto o propuesta que le hubiera parecido más interesante.

Finalmente, de acuerdo con la mayoría de las personas encuestadas, el 52% dijo que los diputados toman en cuenta principalmente sus propios intereses a la hora de elaborar las leyes. Un 24,9% dijo que actúan de acuerdo a los intereses de los partidos, y solamente el 6,8% indicó que tomaban en cuenta los intereses de la población. Hay más, pero por razones de espacio no podemos mencionar otros datos.

No estaría mal que las diputadas y los diputados, ahora que se encuentran enfrascados en conversaciones y negociaciones sobre el próximo directorio legislativo, pues que le echaran un ojito a estos datos, para ver si la mayoría logra poner los pies en la tierra.