martes, 27 de noviembre de 2012

Regresar a las fuentes



Cuando las interpretaciones sobre un principio terminan estableciendo la confusión generalizada, conviene regresar a las fuentes en busca de claridad. Este parece ser el caso de la actual discusión sobre la reelección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia.

Si se revisan las actas de la Asamblea Constituyente donde se trató el asunto, nos encontramos con que el grupo socialdemócrata (que fue uno de los orígenes del PLN), comandado por Rodrigo Facio, propuso el modelo estadounidense de nombramiento vitalicio de los magistrados. Perdieron la propuesta y en su lugar se adoptó en lo fundamental el texto actual de la Constitución. Pero la intención del conjunto era dar seguridades para la independencia de la Corte y de los magistrados. El filtro de los ocho años se estableció para el caso en que algunos resultaran incompetentes en sus funciones, pero la idea era que quienes las cumplieran a cabalidad siguieran adelante hasta que se retiraran o se murieran. Lo único que se exigía era la excelencia en el desempeño del cargo.

En tiempos del bipartidismo ese principio no se cuestionó. Los nombramientos se hacían en consulta entre las dos fuerzas políticas dominantes. Pocas personas que no estuvieran dentro de este esquema podían acceder a los cargos. Pese a ello, se puede decir que la mayoría de las selecciones fueron apropiadas, dichosamente. Pero hoy tenemos una gran dispersión de fuerzas políticas, y ponerse de acuerdo sobre un nombre cuesta mucho. De ahí que el último nombramiento para la Sala se demoró más de un año.

Por otra parte, desde el momento en que las mayorías desaparecieron de la Asamblea Legislativa, y los asuntos que no podían resolverse empezaron a ser enviados a la Sala Constitucional, su composición política se volvió un asunto de la mayor importancia. Dependiendo de dicha composición, podría esperarse resoluciones en uno u otro sentido. Recuérdese lo que pasó con la reelección presidencial, primero rechazada y luego aprobada, después de un cambio en la integración de la Sala.

Hoy en día hay asuntos que resolver que importan a ciertas fuerzas políticas y económicas, independientemente de los intereses generales del país. Así que no resulta extraño que ese sea el fondo de la no reelección de Fernando Cruz, impulsada por la bancada del PLN con el pretexto de “decisiones macropolíticas”, que nadie sabe lo que significan.

Por supuesto que se necesita revisar las funciones de la Sala y proponer las reformas que mejor convengan. Pero esa es una tarea que la Asamblea no ha abordado por razones que las diferentes fracciones partidarias sabrán explicar. Tratar de justificar la no reelección por la necesidad de reformas, no solamente no es creíble sino que es absolutamente ridículo.

Por ahora Fernando Cruz sigue en su cargo, y es deseable que continúe por ocho años más, porque los tiempos que vienen son difíciles y se necesitan magistrados como él en la Sala Constitucional.

sábado, 17 de noviembre de 2012

¡Se alinean o no hay reelección!



Según el jefe de fracción legislativa del PLN, no reeligieron a Fernando Cruz como magistrado de la Sala Constitucional, porque se quería “…reivindicar a la Asamblea Legislativa como primer poder de la República…”, y porque también se le quería enviar un mensaje al Poder Judicial sobre la necesidad de renovarse, dado que “…la Corte Suprema de Justicia no está cumpliendo con el principio de justicia pronta y cumplida”.

Con argumentos tan fundamentados y convincentes, deberíamos dejar de lado cualquier tentación a buscar otras motivaciones, como el ajuste de cuentas por algunos votos de Fernando Cruz o la necesidad de retomar el control de la Sala Constitucional, que en los últimos tiempos había empezado a dar muestras de una independencia que algunos intereses políticos consideran inconveniente.

Pero el “sospechómetro” inevitablemente no para de sonar, sobre todo porque pasada la votación, la fracción liberacionista se fue a celebrar la gran jugada realizada, con la complicidad de libertarios, cristianos, pasistas y socialcristianos, con honrosas excepciones, por supuesto.  El hecho es que la jornada del jueves, a pesar de la gran manifestación popular de la mañana en demanda de soluciones a la situación de la Caja, terminó con un marcador de uno a cero a favor de la fracción liberacionista y sus aliados, y en contra de la institucionalidad democrática del país.

Con esta brillante jugada, treinta y ocho diputados despojaron al país de un perspicaz magistrado, que hacía su trabajo con seriedad y con total independencia de criterios políticos.  No siempre estuvimos de acuerdo con los votos de Fernando Cruz, pero siempre le hemos reconocido la profundidad de sus análisis, la solidez de sus argumentaciones y, sobre todo, su independencia.  Fernando Cruz no es ciertamente el único con esas calidades, pero tampoco son muchos los magistrados y magistradas que las poseen.  Porque para nadie es un secreto el manoseo político que se hace con los nombramientos de las magistraturas, manoseo que seguramente ocurrirá en el proceso de designación del sustituto de Cruz.

Advertidos están magistrados y magistradas que juegan a ser independientes:  se alinean o no hay reelección.  Y advertida también está la ciudadanía:  si la Asamblea Legislativa sigue integrada por una constelación de fuerzas políticas similar a la actual, muchas otras brillantes jugadas, como la del jueves, podemos esperar en el futuro próximo.

No reelegir a Fernando Cruz para reivindicar a la Asamblea Legislativa como primer poder de la República:  ¡menuda tontería, diputado Molina!  ¡Defender la separación de poderes echando a un magistrado que por cierto tiene muy clara esa división!

Fernando Cruz puede irse tranquilo, con la cabeza en alto, porque cumplió con probidad sus obligaciones.  No muchos pueden decir lo mismo, y menos en la Asamblea Legislativa.

martes, 13 de noviembre de 2012

¿En picada la democracia tica?



El malestar ciudadano con lo que pasa en el país es pan de cada día. Está en el ambiente; salta en las conversaciones con familiares, amigos, colegas, compañeros de trabajo y otras personas con las que nos relacionamos cotidianamente. No es solamente malestar con el gobierno de turno, o cabreo con los políticos. Es algo más profundo, que toca las bases mismas de la institucionalidad democrática construida a lo largo de años y décadas.

La sensación de que nada funciona, que las instituciones públicas están desbordadas; que no son capaces de darle solución rápida prácticamente a ningún problema, desde los relativamente simples hasta los más complejos, como la crisis financiera y de funcionamiento de la Caja. En fin, la sensación de que los problemas se van acumulando, por ineficiencia o corrupción, sin que se logre vislumbrar soluciones reales a mediano y largo plazo.

Mientras tanto la ciudadanía mira azorada como muchos de los políticos se saltan el presente, sin decir ni pio sobre lo que sucede en la sociedad costarricense, para prometernos el paraíso terrenal después de febrero de 2014, si nos decidimos a elegirlos. Otros se trenzan en estériles luchas personalistas dentro de los partidos, y solamente unos pocos se ocupan de los problemas que afectan a la gran mayoría ciudadana.

El malestar ha empezado a reflejarse sistemáticamente en las encuestas y otros estudios de opinión, bajo la forma de desilusión con la democracia. El Informe del Estado de la Nación, con datos del Barómetro de las Américas, muestra cómo el apoyo ciudadano al sistema político costarricense ha venido cayendo sostenidamente desde hace muchos años, hasta llegar en 2011 al punto más bajo. También la encuesta de UNIMER, recientemente dada a conocer, muestra resultados parecidos. El apoyo al sistema político costarricense y el respeto por las instituciones públicas están a la baja.

Me parece que ese desencanto tiene que ver en mucho con el hecho de que la elección libre y periódica de las principales autoridades no está sirviendo para elegir a mujeres y hombres con programa y con capacidad para ejecutarlo. Es cierto, existe una maraña de leyes y normas que obstaculizan la función pública, pero también lo es el hecho de que buena parte de quienes son electos o son nombrados por razones políticas no tienen los conocimientos, la experiencia ni la capacidad para desempeñar adecuadamente los cargos que ejercen. ¡Y ni qué decir de las calidades éticas!

El cabreo ciudadano está a flor de piel, por lo que no debe extrañar los frecuentes desbordes y excesos que ocurren. No otra cosa se puede esperar cuando un sistema no da respuestas rápidas y oportunas a los problemas que nos aquejan. Más bien es curioso que el país no esté inundado por protestas callejeras de diversa índole.

¡Es una realidad que no puede ser cambiada por la fuerza de los garrotes policiales!

martes, 6 de noviembre de 2012

Las cartas echadas



Tal parece que las cartas están echadas en Liberación Nacional (PLN), en lo que a candidaturas se refiere. Eso, por supuesto, si nos atenemos a los resultados de la última encuesta de la firma UNIMER, que se realizó entre el 3 y el 11 de octubre pasado.

Los resultados son conocidos: Johnny Araya obtiene una considerable ventaja sobre Rodrigo Arias, en los tres escenarios contemplados en la encuesta. Si la convención del PLN se hubiera realizado en esas fechas, Araya, aparentemente, sería el ganador indiscutible del proceso de selección de candidato.

Sin embargo, las cosas no son tan claras aún. Falta poco más de cinco meses para la convención, y, como Arias no se da por vencido, seguramente asistiremos a un cambio de estrategia en su campaña, porque, pese al dineral gastado en propaganda, los resultados obtenidos son sumamente desfavorables.

Arias salió a la ofensiva, ante las preguntas de periodistas, lo que hace pensar en un endurecimiento de su campaña. En otras palabras, que no sería raro que estuviéramos a las puertas de una campaña, no precisamente limpia, dirigida a debilitar la imagen pública de Araya. Son muchas las posibilidades de que ocurra un fuerte intercambio entre los dos contendientes, con cañonazos de uno y de otro lado, y con el empleo de armas tramposas usadas en el pasado en procesos similares no muy lejanos. La debilidad del campo opositor al PLN, que hasta ahora no constituye un peligro de cara a las elecciones de 2014, paradójicamente podría elevar el nivel del enfrentamiento interno.

¿Llegará la sangre al río? Es difícil afirmarlo, pero si ese fuera el caso, el ganador de la convención de abril próximo podría encontrarse al final del proceso con un Partido debilitado y dividido. Porque aún cuando el PLN sigue siendo la principal fuerza política del país, su caudal electoral está a la baja. La encuesta citada indica que los simpatizantes de Liberación son ahora el 26% del total. Un porcentaje que no debe extrañar, porque la mayoría de la gente no olvida que el actual gobierno es de ese Partido, pese a que los precandidatos procuran disimularlo.

Esa es la razón por la cual el 63% de las personas encuestadas afirmó que no votaría por ninguno de los precandidatos mencionados, entre los cuales aparecía todavía José María Figueres. Este, finalmente, con dolor, según se deduce de sus declaraciones, desistió de presentar su nombre, dejando de lado el jueguito en que nos tuvo desde su regreso al país en diciembre pasado.

Un globo hinchado gracias a la exposición mediática gratuita que logró mantener con sus idas y venidas. Un globo que finalmente se desinfló, y es posible que lo mismo le suceda a la mentada “Vía Costarricense”, que hasta ahora no ha pasado de ser una página Web con escaso movimiento.“No quiero ser presidente”, afirmó, pero en realidad lo que debió haber dicho es que se retiraba porque la mayoría ciudadana no quiere que él vuelva a ser presidente.