lunes, 7 de abril de 2014

Alto y claro



Así habló el 6 de abril de 2014 la mayoría ciudadana, convirtiendo a Luis Guillermo Solís en el candidato más votado de la historia política del país.  Una copiosa votación que le autoriza a formar gobierno en un país que han venido acumulando cambios profundos a lo largo de más de treinta años en su composición social y en su estructura productiva, que finalmente acabaron manifestándose con inusitada fuerza en el plano político.

Esta campaña será recordada por muchas razones, entre ellas una fundamental:  la presencia de un candidato que mostró una tenacidad y una fuerza de convencimiento que le llevó a ganar la convención interna del PAC, cuando pocos pensaban que eso podría ocurrir; que viniendo de atrás sobrepasó en las últimas semanas de enero a los tres candidatos que las encuestas señalaban como los punteros; y que, contra todos los pronósticos logró superar con creces el millón de votos que dijo que necesitaba para alcanzar un mandato fuerte para neutralizar una composición de la Asamblea Legislativa desfavorable a su gobierno.

Indudablemente estamos en presencia de un político diferente, que ha logrado establecer sintonía con una masa ciudadana que demanda cambios en muchos aspectos de la vida política y en el quehacer gubernamental, pero fundamentalmente en el ejercicio vertical de un poder político que ha estado centrado en los beneficios para pequeños grupos de interés y no en la búsqueda real del bienestar para las mayorías.  Ojalá que esta capacidad de sintonía no se pierda en los próximos cuatro años y que se cumpla la promesa de un gobierno abierto al diálogo y a la negociación; no encerrado en cuatro paredes, como lo dijo Solís en el discurso de la victoria el domingo por la noche.

Estamos en otro país; tardíamente pero con paso seguro nos adentramos en el siglo XXI, dejando atrás las herencias políticas del pasado.  Una lectura cuidadosa de lo ocurrido se impone, tanto para ganadores como para perdedores.  Por lo que escuchamos a Solís en la plaza de San Pedro de Montes de Oca, esa lectura la está haciendo y posiblemente actuará en consecuencia; pero para lograrlo necesita de un apoyo ciudadano activo, no meramente reactivo.  ¿Cómo hacerlo?  No hay respuestas definitivas por ahora; será necesario un esfuerzo colectivo de creación, quizás apoyándose en iniciativas ciudadanas que han venido brotando fuera de la mayoría esclerótica de partidos.

La aplastante victoria de Solís es también un mensaje a las fuerzas de oposición al PAC en la Asamblea legislativa.  Por ahora les conviene esconder garras y colmillos --sobre todo al PLN-- y entrar en un ejercicio profundo de reflexión y cambio que les permita conectar con la nueva realidad política costarricense.  Varios cadáveres políticos han quedado en el camino y no son pocos los grupos de interés que han salido maltrechos de este proceso, en particular toda la gama de fundamentalismos religiosos que intentaron aprovecharse de la campaña electoral para llevar agua a sus molinos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario