martes, 8 de octubre de 2013

Desenchufados



Oficialmente se dio el banderazo de salida de una campaña electoral que comenzó ya hace bastante tiempo.  A última hora uno de los competidores no se presentó, alegando razones que luego se demostraron como falsas:  no acudió a la cita del TSE porque ya había decidido abandonar la justa, sumiendo al PUSC en otra profunda crisis.  Parecía que ese Partido iba para adelante, pero resultó que, como el cangrejo, más bien iba para atrás.

Otra de las particularidades de esta campaña electoral tan curiosa, porque se realiza sobre un escenario de descreimiento generalizado de políticos y de partidos.  Hasta el presidente del TSE, que hace cuatro años afirmó que se había revertido la tendencia al aumento del abstencionismo, ahora ha tenido que admitir que puede nuevamente crecer, porque los partidos políticos están “desenchufados de la colectividad”.

Según encuestas recientes, dos terceras partes de las y los potenciales votantes declaran no simpatizar con ningún partido político y un poco más de la mitad afirma, a estas alturas del proceso electoral, no saber por quién votar, lo va hacer en blanco o anulará su voto.  Aunque el candidato Araya sigue adelante como opción entre las personas que afirman que votarán, aparentemente está lejos de alcanzar el 40% necesario para ganar las elecciones en primera vuelta.  Así que en los próximos meses observaremos los intentos desesperados del PLN para la movilización de los enfriados.

Seguramente por eso la mayoría de los partidos quería disponer de más fuentes de financiamiento, en la creencia de que con plata y propaganda es posible convencer a la mayoría de volver a las urnas electorales.  Pero como están anclados en una visión anticuada de hacer política, es posible que no les sirva para los fines buscados.  Para empezar, un poco más del 40% de los posibles electores está en edades comprendidas entre 18 y 36 años.  Es decir, son personas jóvenes, cuyos valores han sido moldeados por lo que ha sido la Costa Rica de los años ochenta del siglo pasado en adelante.  Un país menos comprometido en el plano social, más individualista, más fijado en el éxito económico personal y en la posesión de carros, televisores, teléfonos de última generación y todos los demás chunches que se supone son símbolos de éxito.

Tal vez me equivoco, pero me parece que los partidos no le están llegando a ese sector del electorado, donde se localiza el grueso del abstencionismo, y que bien puede decidir los resultados de las elecciones de febrero.  Piensan en electores de mayor edad, supuestamente todavía movidos por las antiguas divisiones partidarias.  Pero también en ese grupo hay cambios, sobre todo entre quienes están entre los 36 y los 60 años.  Ya no se tragan los viejos cuentos, han recibido golpes y hoy disponen de mayor información sobre la realidad de partidos y candidaturas.

Así que los comandos de campaña no la tienen fácil, con dinero y sin él están igual: desenchufados.

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