martes, 19 de marzo de 2013

La antipolítica entre nosotros



Estamos a once meses de las elecciones presidenciales y legislativas de 2014. Sin embargo, el clima preelectoral está como el de este marzo: frio. Y por los aires que corren, parece que no va a calentar mucho en el resto del año, salvo que ocurra algún hecho extraordinario. La reciente encuesta de UNIMER muestra un panorama general de desconfianza ciudadana frente a partidos, candidatos y probables coaliciones en el sector de la oposición.

El 62% de las personas entrevistadas dijo no simpatizar con ningún partido y entre los inclinados a votar, Araya apenas logra el 27% de los posibles votos. Nos encontramos como país en una situación donde gran parte de la ciudadanía mira con enorme desconfianza todo lo que se parezca a política partidaria o electoral. No me parece aventurado decir que estamos en medio de un campo fértil para la aparición y crecimiento de un movimiento “antipolítica”, como el que ha liderado Beppe Grillo en las recientes elecciones italianas. Sin propaganda en medios, usando las redes sociales y buscando el contacto directo con los descontentos, Grillo logró que su partido fuera individualmente el más votado, porque los otros fueron en coalición a las elecciones.

Sin embargo, partidos y candidatos designados o en búsqueda de la designación, no parecen darse por enterados de lo que sucede. Para ellos la vida sigue igual, como la pegajosa canción desde hace varias décadas. Con los ojos puestos en el primer domingo de febrero de 2014, lo demás no parece importarles. Como si hubieran sido atacados por algún virus que produce esquizofrenia, viven a medias en el mundo real y a medias en un mundo que se han construido a su medida, para no enfrentar con los pies en la tierra las difíciles circunstancias en las que estamos como país.

¿Será que no hay solución y que estamos irremediablemente perdidos? A veces pienso que a la política le sucede lo mismo que al tránsito, ya no solamente en horas pico, sino todo el día y parte de la noche. Es decir, que estamos en una situación de bloqueo, sin que se logre avistar solución alguna real a corto plazo. Se hicieron diagnósticos, pero no se tomaron a tiempo las acciones que correspondían. Lamentablemente en política no hay trenes que sirvan de paliativo para aliviar sus males.

Algunos dirán que en unos meses estaremos como cada cuatro años, inmersos en una campaña donde candidatas y candidatos de turno ofrecen espejitos y collares de cuentas a fascinadas multitudes consumidoras de esa clase de política. Puede ser, no lo niego. Hay incautos y hay sectores ciudadanos que buscan como usar su voto de la manera más útil. Unos porque dependen de ayudas de instituciones del estado; otros porque necesitan asegurar que las políticas públicas, sobre todo en el ámbito económico, seguirán favoreciendo sus negocios e intereses. Y eso lo saben quienes se dedican a esa forma de hacer la política.

¡Por eso estamos como estamos!

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