martes, 5 de marzo de 2013

¿Es justo?



Es justo el malestar y la indignación que ha provocado en un amplio grupo de costarricenses, entre los que me incluyo, las últimas declaraciones del diputado Orozco. No es justo ni aceptable que un representante popular se exprese en la forma en que lo ha hecho, irrespetando no solamente a las personas gay sino a la mayoría ciudadana, pues justifica sus palabras con acomodadizos argumentos religiosos y alega que él habla como lo hacen los hombres del pueblo.

Lo justo es, sin embargo, no enfilar las baterías solamente sobre Orozco, opacando el fondo del asunto. Él llegó a la Asamblea Legislativa gracias al voto de grupos cristianos fundamentalistas, cuyos dirigentes han encontrado en los partidos Renovación Costarricense y Restauración Nacional, formas para articular sus intereses en el plano político. Se mueven en una zona gris, encubriendo sus motivaciones reales, aprovechando los vacíos legales o las vacilaciones de las autoridades encargadas de hacer cumplir las regulaciones existentes. Porque el problema no se resuelve solamente prohibiendo el uso de símbolos con evocaciones religiosas, como hizo recientemente el Tribunal Supremo de Elecciones con Renovación Costarricense y el pez de su bandera.

Lo justo es señalar que la particularidad de los intereses que defienden hace que los diputados de estos grupos se muevan alrededor de los focos del poder, mercadeando bien sus votos en la conformación de directorios legislativos, en la aprobación de leyes y en los informes de comisiones investigativas. Han sido exitosos en ese cometido, distorsionando los procesos legislativos, porque las fracciones gubernamentales saben manejarlos bien para su provecho. Por esa razón Avendaño está en el directorio y Orozco preside la Comisión de Derechos Humanos.

Lo justo es entonces denunciar y fustigar a quienes permitieron irresponsablemente que Orozco llegara hasta ahí: los integrantes de la fracción del Partido Liberación Nacional y de la fracción del PASE. Si no fuera presidente de esa Comisión, sus declaraciones pasarían como una muestra más del folklore legislativo. El hecho es que la ocupa, convirtiéndose así en el testimonio evidente del grado de estima que la fracción liberacionista tiene de los derechos humanos. ¿Pero se trata solamente de la fracción liberacionista?

Lo justo es no olvidarnos que el gobierno de ese mismo Partido sufrió una derrota en el asunto de la fecundación in vitro en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y que ese mismo gobierno ha declarado de interés público el V Congreso Centroamericano de Bioética, que patrocinan grupos conocidos por sus posiciones conservadoras en temas relativos a la sexualidad, las relaciones entre parejas del mismo sexo y la fecundación asistida. Grupos que tratan de imponer a la mayoría ciudadana, por las vías legales, sus particulares valores religiosos, en clara contraposición con la democracia y con la marcha de la historia.

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