martes, 24 de abril de 2012

Cambiar las campañas electorales


Entre las medidas de emergencia propuestas por la presidenta Chinchilla para mitigar el déficit fiscal, que están lejos de conformar todavía un plan B, alternativo a la fenecida Ley de Solidaridad Tributaria, se ha mencionado la disminución del aporte estatal a las campañas electorales. Como se sabe la Constitución Política fija dicho monto en el 0,19 % del producto interno bruto del año trasanterior a la celebración de las elecciones para presidente, vicepresidentes y diputados.

Para de 2010 se logró aprobar una reforma transitoria que redujo dicho aporte al 0,11% del PIB; ahora se propone reducirlo al 0,08%, es decir, a menos de la mitad de lo estipulado en la Constitución. La propuesta seguramente contará con la simpatía y el apoyo amplio de la ciudadanía, pero, aunque los jefes de fracción de los principales partidos, con la excepción del Movimiento Libertario, han dicho que están de acuerdo, habrá que esperar la opinión de los aspirantes a candidatos presidenciales, quienes en última instancia podrán sentirse perjudicados, además, por supuesto, de la madeja de proveedores privados que esperan con ansia los períodos electorales para engordar sus arcas.

Si la reducción propuesta se vuelve efectiva, quizás ayude a cambiar la forma en que se realizan las campañas, donde el dinero de los contribuyentes se tira improductivamente en cortos de televisión y de radio, en signos externos, en transporte y en otros gastos innecesarios. Eso sin mencionar los gastos fantasmas y los abusos, con fuerte olor a corrupción, que han sido de conocimiento de la ciudadanía y que son investigados por la Asamblea Legislativa y el Tribunal Supremo de Elecciones. Investigaciones que tocan por ahora a los partidos Movimiento Libertario, Liberación Nacional y Renovación Costarricense.

Estos manejos no virtuosos de dineros, que podrían ser muy bien aprovechados en otros menesteres, ponen de manifiesto la necesidad de cambiar las campañas electorales. Que deben ser más cortas y más efectivas en el planteamiento de programas viables de gobierno y en el debate de ideas. La mayoría ciudadana ya está cansada de los cortos de televisión vacíos, que promueven las candidaturas como si fueran marcas de jabón o prendas de vestir, campañas que lejos de elevar la capacidad analítica de electoras y electores, les rebaja en su calidad de personas que deben hacer escogencias ojalá con la mayor información posible.

Si no hay voluntad de reforma en los partidos para mejorar las campañas electorales, si no sienten la presión ciudadana para que ello ocurra, los gastos seguirán siendo millonarios, pero esta vez para sostenerlos se tendrán que ampliar los montos de las contribuciones individuales, con las consecuencias políticas que conocemos, en términos de influencia en gobiernos y otros males. Además, más dineros de procedencia dudosa se podrían introducir a hurtadillas, burlando los controles establecidos.

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