martes, 8 de febrero de 2011

Al andar se hace camino

Tal y como lo indica Antonio Machado en su célebre poema, en la vida “…se hace camino al andar.” Pero también en la política.

Ahora que se ha empezado a hablar sobre la necesidad de una gran coalición política para derrotar al Partido Liberación Nacional en las elecciones de 2014, posiblemente encabezado por Rodrigo Arias, los partidos de oposición deberían reflexionar sobre sus posibilidades reales de caminar juntos desde ahora.

Derrotar al PLN sin más no es un objetivo político válido, ni constituye un elemento movilizador suficientemente fuerte para llamar la atención de buena parte del electorado. Se necesita más, mucho más.

¿Qué saldría de una coalición de socios tan desiguales? ¿Algo mejor que lo que se pretende combatir? Tengo mis serias dudas.

Sin embargo, hay una oportunidad para explorar posibilidades de ir más allá de las estériles discusiones sobre candidaturas y cuotas de poder, que es generalmente la forma en que se empiezan a discutir estas cosas. En efecto, lo que está pasando en la Asamblea Legislativa da pie para una acción conjunta que muestre a la ciudadanía una voluntad de caminar juntos pero con propuestas que rebasen el nivel de la protesta. La oposición no está ahí solamente para marcar, usando un término futbolístico, al gobierno. También se espera que proponga y busque alternativas a lo que presente el gobierno y la fracción liberacionista.

La oposición ha ganado un pulso importante con la conformación de la comisión investigadora de todo lo relacionado con las llamadas y las consultorías del BCIE, pero estamos hablando de hacer algo más. En ese sentido me parece que la discusión sobre reforma tributaria es la gran oportunidad para mostrar que se está pensando en el futuro del país, con vocación de gobierno, porque ganar elecciones y llegar a controlar al ejecutivo y el conjunto institucional sin recursos frescos y abundantes, puede ser un entierro.

Eso por una parte. Por la otra, una coalición solamente tiene sentido si se tiene un programa mínimo que goce del apoyo sostenido de los partidos participantes, asunto de por sí difícil dadas las diferencias existentes en enfoques y puntos de vista. Eso se podría lograr parcialmente en una mesa de negociaciones, pero también será en mucho el resultado de un trabajo conjunto previo en la Asamblea Legislativa. Pensar en el 2014 soslayando el examen de lo que se es hoy, de la fragmentación existente y de la forma en que se están afrontando los retos y las tareas, puede ser un ejercicio inútil.

El antiliberacionismo o antirodrigismo no es suficiente para mover al electorado.

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