lunes, 3 de febrero de 2014

¡Y la liebre saltó!



Decíamos hace unos pocos días que cualquier cosa podría ocurrir el 2 de febrero, y que no podía descartarse, hablando metafóricamente, el salto de una liebre en el último momento.  Eso fue lo que ocurrió con esta victoria en primera ronda de Luis Guillermo Solís, que ha alterado sustantivamente el mapa electoral y ha hecho visible una nueva realidad política en el país.  Calladamente, sin que las encuestas lograran detectarlo, miles y miles de costarricenses se decidieron por Solís, tumbando el escenario derecha izquierda que pretendieron construir los estrategas de Liberación y del Movimiento Libertario, con el apoyo del sector más testarudo del empresariado.

Atrás parece que han quedado mitos y leyendas sobre el comportamiento electoral de la mayoría ciudadana.  Los cambios que muchos habíamos vaticinado se hicieron visibles y cristalizaron alrededor de la figura de Luis Guillermo, quien mantuvo el mismo perfil de serenidad y madurez, aun en los momentos más difíciles de la campaña, incluyendo la marginación a la que le sometieron sus adversarios en los tramos finales de la misma.  Su figura emergió por encima de un Partido que no terminaba de apoyarlo y que en algunos momentos parecía más bien constituirse en un obstáculo para su crecimiento.  Por esa razón su triunfo es doblemente meritorio, porque superó tanto los obstáculos internos como los externos, hasta alcanzar el primer lugar de esta ronda electoral.  Pero también forma parte de esta nueva realidad, José María Villalta y el Frente Amplio, que aún perdiendo se han constituido en una apreciable fuerza política, que no podrá ser ignorada de ahora en adelante.

Pero el proceso no está terminado; falta la cita del 6 de abril.  Sin embargo, estos resultados confirman la apreciación sobre la imposibilidad para el candidato del PLN de saltar la valla del 40%, llevando consigo el peso muerto de dos administraciones que dejan un balance negativo.  Sus repetidos ofrecimientos de rectificación de rumbo, no fueron suficientes para atraer el grueso de un electorado cansado de promesas vacías y de la arrogancia del poder.  Tampoco sus cacareados y supuestos logros al frente, durante veintidós años, de la Municipalidad de San José.

El porcentaje de votos que logró obtener en esta primera ronda seguramente se componen de los restos todavía considerables de seguidores tradicionales del PLN, y de personas que, como lo hemos señalado, seguramente votaron a regañadientes por esa fórmula electoral, movidos por una propaganda destinada a asustar con el fantasma del extremismo de izquierda a un sector del electorado aún impresionable con ese tipo de artimañas.  Esta campaña calificada por muchos como “del miedo”, finalmente terminó favoreciendo al candidato que arrojaba una imagen de moderación, tanto en su comportamiento personal como en cuanto a programa.  Sin que eso signifique que no está dispuesto a asumir riesgos y hablar abiertamente de sus creencias y defender sus posiciones, como ocurrió en el enfrentamiento que sostuvo con Otto Guevara en uno de los debates, alrededor del tema de la despenalización del aborto por violación.

Dicho sea de paso, los debates, que algunos comentaristas señalaron como ineficaces en la movilización de votos, parecen haber jugado un importante papel en la decisión en las últimas semanas del segmento más reflexivo de votantes, segmento que posiblemente terminó por inclinar la balanza hacia Solís.  También deben haber jugado un papel destacado las redes sociales, en un país más urbanizado, con un porcentaje elevado de votantes jóvenes.  Por eso contrasta fuertemente en el mapa electoral, el comportamiento de las y los votantes en el centro del país con el acaecido en las costas y las áreas más alejadas y empobrecidas de nuestra geografía, donde Liberación Nacional tiene todavía un gran peso.

Los perdedores son muchos.  Aunque no sabemos qué pasará en la cita del 6 de abril, es indudable que el PLN ha sufrido la peor derrota de toda su historia.  Si no inicia un proceso de recomposición, que por ahora se ve difícil, podría ocurrirle lo mismo que al PUSC, en otra escala por supuesto.  El Movimiento Libertario y su líder, Otto Guevara, también han sufrido una derrota similar.  La ventaja que tiene Guevara es que va a la Asamblea Legislativa, donde intentará sin duda, recomponer su imagen y su Partido. 

Finalmente, perdieron todos aquellos que todavía consideran que es posible manipular a su antojo a una ciudadanía cada vez más informada y “pellizcada”.

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