martes, 28 de junio de 2011

¿Los trapos sucios se lavan adentro?

Una desafortunada salida del director general del Hospital Nacional de Niños, motivada por informaciones publicadas por un matutino sobre problemas en el área de cirugías cardíacas, resulta ser, sin embargo, una contribución importante al debate sobre transparencia y rendición de cuentas de la institucionalidad pública.

Porque, seguramente, al igual que este funcionario, muchos otros pensarán lo mismo: que los problemas, las diferencias de criterio y los errores se discuten y se resuelven en casa o, lo que es lo mismo, que los chuicas sucios se lavan adentro, como se dice popularmente. Pero las instituciones públicas, llámense ministerios, instituciones autónomas, juzgados u hospitales, no son precisamente familias ni entes privados que responden a intereses particulares. Son instituciones públicas que deben estar sujetas al escrutinio directo o indirecto de la ciudadanía, no solo porque son financiadas por el conjunto de la población del país, sino, porque, fundamentalmente, de sus decisiones buenas o malas, depende en mucho el destino de esta sociedad.

Aquí no vale el escudo protector de la técnica o del conocimiento especializado, muy usado para mantener la opacidad en las decisiones. Alegar que no es conveniente discutir decisiones y políticas institucionales públicamente, porque la mayoría de las personas carece de información o de formación y, por tanto, no está en capacidad de entender, y puede ser fácilmente manipulada, es una mala escusa para justificar un ocultamiento que favorece la irresponsabilidad institucional. El hermetismo que caracteriza a algunas instituciones no va con la democracia ni con los tiempos, porque hoy en día mucha información y muchos documentos pueden ser conseguidos con relativa facilidad a través de internet.

Si la ciudadana y el ciudadano de a pie no son versados en la materia, para eso están las discusiones públicas entre especialistas y las investigaciones realizadas por los medios. Y si los medios destapan tortas, corrupción o asuntos mal manejados, sobre todo en el ámbito de la salud, bienvenido sea el destape. Estoy de acuerdo que a veces se abusa, sobre todo porque un cierto periodismo lo que busca es el escándalo, el drama, la nota roja, la noticia teatralizada, en suma, el sensacionalismo sin análisis alguno. Pero es peor un periodismo complaciente con funcionarios e instituciones, que ayuda a cubrir la realidad, a disimular los errores, porque responde más al volumen de la facturación por la publicidad institucional que a los intereses de la mayoría ciudadana.

Durante mucho tiempo la transparencia y la rendición de cuentas no han pasado de ser, en la gran mayoría de los casos, pura palabrería institucional; pero hoy son demandas sentidas de la ciudadanía. Los funcionarios y políticos que no lo entiendan, como sucedió con algunos diputados y diputadas el 1 de mayo, están fuera de este mundo.

1 comentario:

  1. Este artículo lo deberíamos postear en las páginas webs de TODAS nuestras instituciones públicas y gracias Manuel por desarrollarlo con tanta claridad.
    Esa cultura de opacidad de la mayoría de ellas está desfasada en el tiempo y se corresponde además, con una cultura verticalista, paternalista, donde se maneja el poder del conocimiento, de tipo disciplinario, que excluye del mismo a los "ignorantes" que somos los que no compartimos con ellos esos nichos sagrados.
    Muchas gracias por traerlo a la discusión pública.
    Saludes

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