lunes, 7 de septiembre de 2009

FÚTBOL Y POLÍTICA

La prensa deportiva ahora se tira de los pelos con lo sucedido en la noche del sábado 5 de setiembre, en el Estadio Saprissa. En una especie de repetición de lo ocurrido hace unas semanas en San Pedro Sula, la selección volvió a exhibir un juego desordenado, carente de iniciativas, sin posibilidades de contrarrestar a una selección mexicana que jugó bastante bien.

La caída de Costa Rica no es casualidad: no empezó bien la eliminatoria y, aunque hubo alguna mejora en el camino, el rendimiento del seleccionado no fue sostenido y en al final se vino abajo. ¿Acaso quienes ahora se lamentan y buscan culpables en jugadores y cuerpo técnico no lo sabían? ¿No es que son expertos en el análisis de equipos, partidos y jugadas? Que el ciudadano de a pié estuviera engañado pasa, ¿pero estos comentaristas de prensa, radio y televisión? A no ser que sean malos analistas, que seguramente muchos lo son, entre la gran cantidad de personas que se dedican a estos menesteres. Porque lo que sobra en la radio, sobre todo, son programas dizque deportivos, pero que en realidad a lo que se dedican es a tertulias y comentarios sobre fútbol, la mayoría de regulares a malos, y a todas horas del día.

No estoy descubriendo nada nuevo cuando digo que el fútbol es un gran negocio que involucra muchos, pero muchos intereses. Así, que decir la verdad sobre lo que realmente estaba sucediendo con el equipo nacional, pues iba a afectar el negocio: menos asistencia a los estadios, menos patrocinios, menos viajes de la afición, menos pauta para la radio y la televisión y menos ingresos y jugosas ganancias en muchos rubros más. Como ha sucedido en otras oportunidades, los comentaristas y sus epígonos se dieron a la tarea de disfrazar la realidad, de contarle cuentos a la afición, de entusiasmarla y de despertar el “patriotismo” de las masas, que vestidas de rojo marcharon el sábado hacia lo que creían iba a ser una victoria y una reafirmación del mito: somos los mejores de la CONCACAF o de América. Quizás pensaban los comentaristas que a lo mejor se haría el milagro, y que una vez en el llamado “coloso” de Tibás, los jugadores, sacando fuerza de flaquezas, terminarían jugando el partido del siglo y goleando a México. Una “hombrada” como acostumbran a decir en lenguaje machista; pero una vez más, “no se nos dio”, para usar la jerga empleada por los jugadores al final de un partido perdido.

¿Cómo se relaciona esto con la política, sobre todo con la política electoral? De varias formas. El fútbol, en la sociedad costarricense y en muchas otras más, porque es el deporte más globalizado, funciona con un buen distractor o como antídoto, pues, por un lado, desenfoca fácilmente la atención de las mayorías de los enfrentamientos y conflictos que están ocurriendo, y, por el otro, provee, aunque momentáneamente, una identidad colectiva nacional, fracturada por las diferencias y exclusiones económicas, sociales, étnicas, regionales, y demás. Seguramente a más de una persona le llamó la atención cómo, en medio de protestas y represión, con un gobierno producto de un golpe de estado, el Estadio Olímpico de San Pedro Sula se llenó a más no poder, con ocasión del juego entre Honduras y Costa Rica. Esa noche, al menos en apariencia, se borraron las hondas divisiones presentes en esa sociedad.

Que la gente se olvide de la crisis y de sus secuelas en el empleo y en el diario vivir, es una necesidad para un gobierno, sobre todo si se está en un proceso electoral y hay una apuesta de continuidad. No sé si al Presidente le gusta el fútbol, pero eso poco importa, pero él y algunos de sus ministros, ojalá todos, deben estar presentes en las grandes confrontaciones internacionales, llueve o truene, y, por supuesto, con camiseta roja. Los aspirantes a ganar las elecciones también deben hacerse presentes, pues son momentos de fervor nacionalista, de comunión colectiva, y las ausencias se pagan con pérdidas severas en popularidad. A los políticos le sirve el engaño colectivo y también contribuyen a crearlo.

¿Cuál será el efecto de esta estrepitosa derrota? Una hipótesis: un gane a México hubiera favorecido los planes de continuidad del gobierno; la euforia colectiva hubiera desviado nuevamente la atención, pero se perdió. La derrota hace que la gente pierda interés en el fútbol, se desinfle, y ponga un poco más de atención a lo que realmente está ocurriendo en el país y en el momento político. Pero como eso es peligroso, pues habrá que iniciar a la brevedad posible la reconstrucción del mito y evitar que la atención nacional se concentre en lo que verdaderamente debería interesarle. Seguramente ya se está en eso.

1 comentario:

  1. Carlos Zamora
    Comentarios sobre el binomio futbol-política.
    El partido Costa Rica - México era la esperanza de la farandula futbolera. Ese día se esperaba el milagro futbolero de hacer al menos un puntillo. Mi opinión personal es que Costa Rica no merece ir al mundial. Pero al margen de esta opinión comento dos cosas.
    1. La entrada masiva de público al estadio no fue suspendida, como debiera haber sido si de consistencia en las decisiones del Ministerio de Salud se trata. Pareciera que los pelotazos contrarrestan la trasmision de virus y además que es mas poderosa -para efectos de popularidad politiquera- la Federación de Futbol que la Conferencia Episcopal.
    2. El Presidente Arias manifestó en el mismo estadio que había que ganar no con trabajo y esfuerzo sino "a huevo". Un mal mensaje en todo el sentido de la palabra.

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