En
la columna anterior comentábamos sobre la anticipación como una virtud escasa
en la mayoría de los políticos. En esa ocasión analizábamos la falta de previsión
del momento difícil --para no hablar de crisis-- que vivió el gobierno con la
obligada salida del asesor Barrantes. Debemos volver ahora la mirada hacia la
fracción parlamentaria del PLN y la forma en que manejó la anunciada presentación
del informe del presidente Solís a la Asamblea Legislativa, sobre el estado en
que encontró las instituciones públicas, con el señalamiento, además, de las
metas de su gobierno en el corto y el mediano plazo.
La
fracción liberacionista, previendo una andanada de denuncias sobre malos
manejos de los asuntos públicos y corrupción en los dos últimos gobiernos de su
partido, decidió cerrar las puertas de la Asamblea y enviar a Solís con su música
a otra parte. Por supuesto que los diputados verdiblanco no van aceptar que eso
era lo que se buscaba; pero después de haber llegado a un acuerdo con los jefes
de fracción. al cambiar de criterio y proponer una modalidad que haría
interminable la comparecencia presidencial, estaban liquidando la posibilidad
de realizar un ejercicio inédito en las relaciones entre ejecutivo y
legislativo.
¿Qué
lograron? En realidad nada positivo para su imagen partidaria: no pudieron
parar el informe de Solís; más bien ayudaron a aumentar las expectativas
ciudadanas sobre su contenido. Si hay más denuncias de grueso calibre, como las
que se han venido haciendo en las últimas semanas,
no tendrán tribuna para desacreditarlas, porque la presentación presidencial se
hará el jueves por la noche y el viernes no sesiona la Asamblea Legislativa. El
lunes siguiente será tarde para hacerlo.
Perdieron
la oportunidad para contrastar en forma inmediata lo que el Presidente diga; y
quedaron como representantes de un partido a la defensiva, que no logra digerir
las derrotas de febrero y abril; que sigue atrapado en las redes de una forma
antidiluviana de hacer política, sin posibilidades de comprensión de los
cambios ocurridos en el comportamiento electoral de buena parte de la ciudadanía
y por tanto carente de un planteamiento que responda a las necesidades actuales
de la sociedad costarricense. Dicho sea de paso, si la mayoría ciudadana no
hubiera votado por Solís, seguramente las revelaciones dadas a conocer de mayo
a la fecha habrían permanecido ocultas.
El
país perdió la oportunidad de presenciar un ejercicio de democracia
parlamentaria, con limitaciones, por supuesto, que podría haber abierto la
puerta para una discusión razonable sobre el tema, en momentos en los que una
comisión parlamentaria se apresta a analizar las posibilidades de una reforma
política que podría transformar el régimen presidencial existente.
En
fin, que la fracción del PLN le hizo un flaco servicio al país, sin que le
salieron sus cálculos de mejoramiento de la difícil situación en que se
encuentra el partido.
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