Se fue febrero en un decir amén. Igual se irá marzo y pronto concurriremos de nuevo a las urnas electorales, para definir cuál de los dos finalistas en la contienda que se inició oficialmente en octubre pasado, Solís y Araya, se saca el premio gordo: el ejercicio de la presidencia de la República durante cuatro años.
Lo de gordo es un decir, porque la verdad es que quien gane se va a tener que enfrentar con una administración pública muy delgada en ingresos, con un elevado déficit fiscal y con serios problemas de gestión. Cualquiera de los dos que gane no caerá precisamente un lecho de rosas; más bien en una tabla de faquir. Este complicado panorama remata con una Asamblea Legislativa integrada por nueve minorías y dos diputados independientes. Pero ni modo, uno de los dos debe ganar.
¿Qué están haciendo para alcanzar tan magro botín? Está claro que ninguno de los contendientes lo logra si no atrae nuevos votos. Descartadas las alianzas entre partidos,¿dónde pescar?
La estrategia de Araya parece estar compuesta por tres ejes: el primero consiste en reagrupar sus desalentadas huestes, tratando de insuflarles nuevos bríos, evitando que afloren divergencias que podrían llevarle a una nueva derrota el 6 de abril. Las numerosas reuniones con dirigentes y con alcaldes municipales parecen apuntar a ese objetivo. El segundo radica en alcanzar el apoyo decidido del sector empresarial, asegurándole que no habrá cambios en la política macroeconómica, y con ese fin ha anunciado la permanencia de Edgar Ayales en Hacienda y el aterrizaje de Francisco de Paula Gutiérrez en el Banco Central.
En tercer lugar, como solamente pudo movilizar el 29,7% de los votos, y no todos eran de liberacionistas (ese porcentaje está inflado con los votos que le allegó la campaña delmiedo), se ha lanzado a la búsqueda de votantes dentro del sector religioso más conservador, presentándose como el campeón de la defensa de la vida y de la familia. Busca así impresionar a los votantes de los partidos evangélicos y a los católicosinfluenciados por los mensajes abiertos y velados de obispos y sacerdotes conservadores.
La estrategia de Solís parece estar básicamente dirigida a evitar la dispersión de sus votantes en el centro del país, la mayoría no precisamente fieles del PAC, procurando a la vez arrimar a los fastidiados con el PLN que votaron por el FA, el PUSC e incluso por el ML. Porque no puede darse por descontado que votarán indeliberadamente por él. En segundo lugar, ha emprendido giras por zonas donde ganó el PLN, en busca de nuevos votos. Pero buena parte de la estrategia parece estar dirigida a neutralizar la desconfianza de los empresarios y, sobre todo, la ofensiva conservadora iniciada por Araya alrededor de los temas del aborto, las uniones de personas del mismo sexo y la fecundación in vitro.
Dentro de este juego de estrategias, ¿qué lugar ocupa la discusión sobre los serios problemas del país?
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