Orquestaciones o montajes, con verdades a medias y mentiras
y exageraciones, son esperables en tiempos de campaña electoral. Todo tipo de triquiñuela se vale con el fin
de recolectar votos, sobre todo en una elección que se supone reñida.
Es un mecanismo usado por algunos partidos, cuyo éxito
depende de varios elementos, entre ellos la confianza que le merezca al grueso
del electorado la fuente donde se origina el montaje. Porque impresionar a un electorado no es cosa
fácil en los tiempos que corren, donde la información que circula por canales
no convencionales, como las redes sociales, puede rápidamente derribar historias
supuestamente muy bien construidas. Recuerden lo que pasó en España en las
elecciones de marzo de 2004.
Lo que si resulta extraño a pocas semanas de las elecciones,
es la irrupción de acciones como la emprendida por el Ministerio Público contra
el extesorero del PAC por aparente estafa y el uso de documento falso. Delitos en que supuestamente incurrió durante
la campaña electoral de hace cuatro años, pero que no es sino hasta ahora que
se formalizan las acusaciones. ¿Por qué
precisamente en este momento, a puertas de las elecciones? Si esperaron tanto
tiempo para presentar el caso, bien pudieron haber aguantado unas semanas más,
para que no oliera a montaje contra el PAC.
La lentitud con que se trabaja en el plano de las denuncias
por hechos irregulares en el uso de dineros por los partidos políticos es
realmente alarmante. No puede ser que el
TSE y el Ministerio Público duren tanto tiempo en preparar los casos. Hay que recordar que muchas de las supuestas
irregularidades se le pasaron a las instancias correspondientes del TSE, que habían
dado por buenos los informes presentados por los partidos. Es una situación que no debe repetirse.
La acción del Ministerio Público y una denuncia hecha por
una televisora contra un candidato a diputado del PAC se han presentado
precisamente cuando la “veda” electoral había comenzado, dejando al Partido señalado
sin posibilidades de salir abiertamente a defenderse, porque podría ser acusado
de cometer un delito electoral.
Dicho sea de paso, valdría la pena preguntarse por la
funcionalidad de la “veda electoral” que corresponde a una Costa Rica más
aldeana, donde la propaganda política nos ahogaba y las pasiones se desbordaban
fácilmente, razón por la cual convenía el silencio por unos cuantos días. Pero en las circunstancias que vivimos, la
ecuanimidad del electorado la hace innecesaria y quizás habría que pensar en
eliminarla. Además, en plena veda los
medios continúan con entrevistas a candidatos y otras informaciones políticas,
y en las redes sociales la vida sigue igual.
Me alejo por unas semanas.
Les deseo felices fiestas; ojalá puedan encontrar espacio para la reflexión,
a fin de que regresen con ideas claras y con el ánimo apropiado para sobrevivir
en el agitado mes de enero que nos espera y en el complicado 2014.
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