Sigo oyendo lamentos sobre la frialdad de la campaña
electoral. Me parece que quienes los
hacen están en grave peligro de convertirse en estatuas de sal, como dicen que
le sucedió a la esposa del personaje bíblico Lot. Por estar mirando hacia atrás, por supuesto.
Se pueden estar perdiendo las novedades de esta campaña, que
quizás estén marcando rutas para las próximas.
En primer lugar, la mayoría de los potenciales electores ha mostrado una
prudencia digna de admirar. Prudencia que
no se debe confundir con desinterés, pero que tiene desconcertados a los estrategas
de algunos partidos que no están entendiendo los signos de los tiempos, y
siguen insistiendo en repetir fórmulas propagandísticas apropiadas para los
años setenta u ochenta del siglo pasado.
Una ciudadanía más informada y más crítica no se mueve con videos donde
los candidatos pronuncien alguna frase que se les antoja genial, acompañadas de
las tomas de doñitas que miran embelesadas a los candidatos, de chiquitos besados
y ancianos abrazados, con el fondo musical de alguna vacía “cancioneta”.
El fin de semana pasado estuve en algunos lugares de
Guanacaste. No vi banderas ni tampoco
pegatinas o “stickers” en los carros. Solo
un par de vallas con propaganda de Araya.
Para los turistas extranjeros que deambulan por la Provincia, no hay
ningún indicador que les haga pensar que estamos a poco menos de mes y medio de
unas elecciones. Si se les informara tal
vez no se sorprenderían, porque en muchos países así es como se desarrollan las
campañas electorales: en medio de la recogida quietud ciudadana.
Una segunda novedad:
el fenómeno José María Villalta. Inimaginable
hasta hace algunos meses el éxito obtenido por este candidato en la primera
fase de la campaña. Al parecer Villalta,
independientemente de sus posiciones ideológicas, se ha convertido en el vocero
de una gran masa de costarricenses, muchos de ellos jóvenes menores de 35 años,
que están hartos de la corrupción, de las promesas incumplidas, de la
ineficiencia y de la arrogancia de una generación de políticos y políticas que
perdieron la brújula y se dedicaron a disfrutar de las mieles del poder. Villalta hace lo que a muchos les gustaría
hacer: enfrentar con valentía, cara a
cara, a muchos de los que son responsables de la situación actual. No sé si va a lograr mantenerse en el lugar
en que está, porque va a tener que enfrentar un tsunami, pero hoy por hoy es el
“buque insignia” del ataque contra el gobierno, el PLN y el orden reinante.
Lo tercero: el éxito mediático
de las candidatas a las vicepresidencias, que aparecen casi diariamente en
alguna comparecencia pública, mientras que los hombres candidatos a cargos
similares han sido relegados a un segundo plano. Poco se oye de ellos y hasta donde tengo
noticias, no se han organizado comparecencias públicas especiales para ellos.
Hay más novedades pero tengo que terminar aquí.
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