Según el diccionario de la Real Academia Española,
transvasar es “pasar un líquido de un recipiente a otro”. Hablando metafóricamente, algo similar está
pasando con las pertenencias y opciones político partidarias de buena parte de
las y los costarricenses.
La reciente encuesta de la firma UNIMER para
el diario La Nación, que ha dejado turulato a más de uno, arroja unos
resultados que muestran un complicado ajedrez electoral. En la encuesta de marras se hizo un ejercicio
interesante: se preguntó a las personas
que manifestaron abierta simpatía por alguno de los tres candidatos que
aparecen en los primeros lugares, cómo habían votado en las elecciones de 2010.
En el caso de los simpatizantes de Araya, el
55% de sus actuales seguidores afirmó haber votado por Liberación Nacional en esas
elecciones. Es decir, que se trata del
voto duro de ese Partido, que se mantiene fiel independientemente de quién es
el candidato. Son como los últimos
mohicanos de la historia, dispuestos a perecer con su tribu. Quizás esta sea una de las debilidades de esa
candidatura: no ha logrado atraer suficientes
votantes de otras tiendas.
La composición de los apoyos del Frente Amplio
y su candidato Villalta, es muy variada:
18% fueron votantes del PLN, 31% del PAC, 13% del Movimiento Libertario
y 15% de nuevos votantes. Esta migración
explica en parte la situación que enfrenta la candidatura de Luis Guillermo Solís,
a quién le están haciendo falta los votos que fueron a dar al FA para estar en
un mejor lugar en la tabla de posiciones.
Los simpatizantes actuales del Movimiento Libertario
proceden en sus mayoría de sus mismas tiendas:
40%. El resto procede de unos
pocos votantes del PAC en 2010, del PLN y de personas jóvenes que votan por
primera vez.
Ha ocurrido entonces un transvase, fenómeno que ha ido
acompañado de un movimiento similar de figuras políticas que han cambiado de
partido. Tres diputados del ML le dieron
su apoyo a Araya; igual hicieron los tres diputados del PASE y Luis Fishman del
PUSC. Ana Helena Chacón, quien fue
diputada del PUSC, tiendas que abandonó a raíz del escándalo de los
expresidentes para fundar con otros el Partido Centro Democrático y Social, pasó
a engrosar la planilla presidencial del PAC, y Jorge Arguedas, quien fue
militante de ese Partido en 2010, ahora compite por el segundo lugar por San
José, como candidato del Frente Amplio.
Muchos otros traslados han ocurrido en todos los niveles del liderazgo
político, que no pueden ser consignados aquí.
Esos cambios no deben sorprendernos. Estamos en presencia de un reacomodo de
fuerzas políticas en todos los niveles, que seguramente trastocará aún más el
panorama electoral para el 2018. Por eso
parece que está fuera de lugar la aversión con la que Ottón Solís y algunos
seguidores puristas del PAC miran la candidatura de Ana Helena Chacón. No están entendiendo, o no quieren hacerlo,
el variable escenario político actual.
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