Algo ha empezado a cambiar en los partidos políticos del
país. Es temprano para pronunciarse
sobre la profundidad del cambio y sobre su prolongación en el tiempo; pero no
se puede negar la existencia de señales sugestivas. La crítica ciega hacia la política impide
registrar las sutilezas de algunos pequeños acomodos, que quizás den paso a procesos
de renovación en el futuro próximo.
En primer lugar, los principales partidos abrieron sus
puertas, en las candidaturas vice presidenciales, a personas procedentes de
otras tiendas. Con la excepción del PUSC,
que por situaciones conocidas necesitaba volverse hacia adentro y ensayar desesperadamente
alguna maniobra reunificadora. Con la
casa patas arriba, ese partido difícilmente podía abrir sus puertas a extraños.
El PLN, el PAC, el FA y los libertarios si lo hicieron. ¿Será que esos partidos finalmente han
entendido que en las actuales condiciones del país sus huestes son
insuficientes para ganar las elecciones y menos para gobernar? Para hablar en términos futbolísticos, ¿qué
necesitaban de legionarias y legionarios, que incluso han sostenido tesis
contrarias en algunos campos? ¿Estamos
en presencia del inicio de un reacomodo de fuerzas políticas? ¿O se trata de un
movimiento puramente electoralista destinado a pescar incautos?
Llama la atención la presencia, en tres de las fórmulas
presidenciales, de personas que antaño estuvieron en las tiendas del PUSC o que
desempeñaron cargos en gobiernos de ese partido. Un indicador más de la erosión sufrida del
2004 en adelante, que la candidatura fallida de Hernández intentó revertir, pero
que resultó ser flor de un día.
En segundo lugar, las mujeres escogidas, casi todas para la
segunda vicepresidencia, no parece que están dispuestas a figurar solamente como
elementos decorativos, como sucedía antaño.
Son mujeres profesionales, fuertes, acostumbradas a moverse en ámbitos
dominados por los hombres, donde no pocas veces se han abierto camino a
codazos. Ana Helena Chacón, Silvia Lara,
Abril Gordienko y Dagmar Facio –habría que agregar también a Lisbeth Quesada--,
indudablemente van a influenciar los mensajes y las propuestas programáticas de
los candidatos. Su visión de mundo y su
experiencia política podrían ser determinantes en los resultados electorales
finales.
Además, son mujeres que no niegan las dificultades que
enfrentan sus congéneres en la política y en otros ámbitos de la vida social,
ni reniegan de su humana condición.
Después de estos cuatro años, con una Presidenta que le hizo flaco
servicio a la causa de la igualdad, hay que saludar el valor y la determinación
de estas mujeres, todas ellas con carreras profesionales exitosas, que han
decidido hacer un alto y someter sus nombres al escrutinio público.
¡Así que, por encima de posiciones políticas, bienvenidas
las “vices”!
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