En conferencia de prensa después del Consejo de Gobierno, el martes anterior, ante una interrogante de una reportera, el Vicepresidente Luis Liberman afirmó: “La clase media es la clase media; no es gente pobre.” Con esa afirmación pretendía seguramente refutar a quienes han dicho que esa clase será la que pague los platos rotos de la reforma tributaria propuesta.
No me voy a meter por ahora en esa discusión. Me interesa eso sí aclarar que lo dicho por el Vicepresidente es una generalización que no se ajusta a la realidad. Porque no hay una clase media sino varias. Mejor dicho: la categoría clase media engloban una serie de subcategorías o situaciones sociales y económicas diferentes. Hay clase media alta, hay otra media media, y también la hay media baja.
Eso si nos quedamos solamente con una categorización basada en ingresos, nivel educativo y ocupaciones, o en una combinación de todos ellos. También, me parece, hay que tomar en cuenta otros factores, como lo subjetivo, porque hay personas que objetivamente no califican como parte de esa categoría, pero por otro tipo de razones se sienten clase media y actúan en consecuencia.
Hagan ustedes el experimento: pregúntenles a cuál clase social pertenecen, a sus amigos, vecinos, compañeros de trabajo, dependientes de los comercios, vendedores en la calle, estudiantes y otros, y se encontrará con que la mayor parte de ellos contesta que pertenece a la clase media. Hay quienes están más abajo, pero se siente clase media o aspiran pertenecer a ella; también hay personas de clase alta que acostumbran decir que son de clase media. Unos no quieren sentirse menos y otros quizás no quieren jactarse de más.
Pero entre unos y otros hay grandes diferencias. No es lo mismo un profesional exitoso, que gana mucho dinero y vive en un condominio exclusivo en Escazú o Santa Ana, que un obrero que apenas sobrevive él y su familia con un salario limitado, y que reside en un barrio popular en el sur de San José. Ambos pueden manifestar que pertenecen a la clase media, pero son situaciones existenciales diferentes, que necesariamente tienen implicaciones en la forma de mirar la vida y analizar los problemas sociales y políticos.
Ahora bien, si me defino como de clase media, pero mis ingresos y mi estilo de vida están por muy por encima del promedio, puedo terminar considerando que esa clase está integrada por gente como uno o “GCU”. Me pregunto si no es eso lo que le pasó a don Luis cuando afirmó que “La clase media es la clase media; no es gente pobre”. ¿Le faltaría agregar: es GCU?
Se olvida, en todo caso, que no todos son iguales y que hay sectores de dicha clase que con un pequeño empujón descienden y pasan a engrosar otra categoría social. Cuentan que en los tiempos de la crisis argentina, en un barrio de chabolas de Buenos Aires había un rótulo que decía: “Bienvenida la clase media”.
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