En
el 2014 esta sociedad vivió un socollón que alteró radicalmente lo que podríamos
llamar, en términos figurativos, la topografía política del país. Después del 2
de febrero de 2014 las cosas dejaron de ser como antes: se cayeron paredes, se
ladearon construcciones y desaparecieron de pronto los trillos y las veredas
por los que estábamos acostumbrados a transitar confiadamente.
Hay
que aprender a moverse en esas nuevas condiciones y en ese proceso nos
encontramos, aunque parece que algunos no se han dado cuenta de las
transformaciones y caminan tropezando por aquí y por allá, añorando un pasado
que no volverá.
Como
sucede después de un temblor de intensidad considerable, hay que quitar los
escombros, reconstruir lo que sea posible, levantar nuevas edificaciones y
trazar otros caminos. Y esto tiene que hacerse en el 2015.
Por
supuesto que la responsabilidad mayor de la reconstrucción recae sobre el
gobierno encabezado por Luis Guillermo Solís. Se le eligió con la esperanza de
que pudiera hacerlo en un plazo prudencial. Por lo menos un sector
significativo del electorado así lo consideró; pero el gobierno no lo puede
hacer todo. Una reconstrucción en serio de la institucionalidad pública,
eliminando rémoras y mejorando substancialmente sus niveles de desempeño,
solamente puede hacerse si el conjunto de la sociedad se lo propone y si los
actores sociales y políticos asumen la responsabilidad que les compete,
levantando su mirada por encima de intereses particulares, egoísmos y
aspiraciones políticas de corto plazo.
Las
diferencias de criterio, los intereses particulares y los conflictos no van a
desaparecer. Ellos forman parte de la salsa de la democracia, como también es
parte integrante de ella la tolerancia y el respeto a las diferencias y la búsqueda
racional de lo que nos une a pesar de las diferencias. Los sectores de oposición,
especialmente el PLN, deben entender que el combate frontal al gobierno sin
propuestas alternativas no les va a llevar a ningún lado, menos a la victoria
en las elecciones de 2018. Pero, ¿tienen esas propuestas?
También
el partido de gobierno es responsable de lo bueno y lo malo que suceda en este
año. La desorganización imperante, la imposibilidad de diálogo continuo en el más
alto nivel, así como las dificultades para la acción unitaria de la fracción
paquista en la Asamblea, y de ésta con la dirigencia partidaria, son elementos
que dificultan la negociación. ¿Cómo negociar con los adversarios si las filas
del PAC están desorganizadas y envueltas en conflictos domésticos?
Este
año es crucial para mejorar la eficiencia de la administración pública y bajar
el déficit fiscal, frenando gastos innecesarios, mejorando la recaudación, pero
también realizando una reforma impositiva de carácter progresivo que permita al
gobierno disponer de recursos frescos para aumentar la inversión pública.
¡No
dejemos que el 2015 se nos escape como agua entre los dedos!
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