sábado, 24 de enero de 2015

Construcción

Seguramente ustedes, amigas y amigos lectores, tendrán sus propias conclusiones sobre la indagatoria legislativa en la que se trató la conversación sostenida por la señora Procuradora General de la República y el exviceministro de la Presidencia. No sé si al final de cuentas se sabrá quién dice la verdad y quién miente, porque lo que tenemos son dos versiones contradictorias de los hechos, sostenidas por la señora Brenes y el señor Soley.

La pregunta que salta es si se debió llegar tan lejos en un asunto que pudo haber quedado zanjado en la conversación que mantuvieron el presidente Solís y la señora Brenes, donde, por lo que ella misma dijo, se le dio seguridades de que no se estaba buscando su renuncia, con ofrecimientos de embajadas y demás. ¿Cómo este asunto saltó al espacio público y se convirtió en un escándalo político? Ese aspecto no quedó claro en la indagatoria legislativa, quizás porque no era de interés de los diputados arrojar luz sobre la construcción del escándalo y sobre la intencionalidad subyacente: aparentemente precipitar la caída del ministro Jiménez e imponerle pautas al gobierno.

¿Quién ganó y quién perdió? Creo que todos los actores involucrados y la institucionalidad política del país salieron lesionados. El más perjudicado ha sido hasta ahora don Daniel Soley, quien tuvo que abandonar su cargo, aunque salió bien librado de la indagatoria legislativa, a pesar de que todas las baterías estaban dirigidas hacia él. Los términos en los que trazó su alegato inicial en la Comisión, desinflaron los cuestionamientos preparados por más de uno. ¿Por qué su contundente descargo no fue hecho antes?

El interrogatorio al que se sometió a la señora Brenes y a los señores Jiménez y Soley, deja mucho que desear de la forma en que buena parte de diputadas y diputados encara estos asuntos, con preguntas anodinas, con juicios de valor, con prejuicios y hasta con actitudes francamente machistas. Estos espectáculos no ayudan a mejorar la alicaída imagen de la Asamblea Legislativa: al contrario,   reafirman la necesidad de revisar integralmente la forma de elección de los diputados.

Otro asunto: esta es la última columna de la serie inaugurada hace más de cuatro años. No es un adiós sino un hasta luego. Otra forma de participación en el devenir político del país requiere ahora de mi atención. Me dedicaré a ella con la misma actitud crítica con la que he observado los hechos políticos nacionales e internacionales a lo largo de mi vida, y con el mismo propósito: contribuir al mejoramiento de la sociedad y la política costarricense.


Agradezco a Diario Extra y los editores de Página Abierta el haberme permitido comunicar mis ideas y opiniones en todos estos años. No sé si lo logré, pero lo hice con el afán de ayudar a esclarecer los no siempre transparentes hechos políticos. Espero volver a estas páginas en algún momento en el futuro próximo.

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