El mundial de fútbol que actualmente se realiza en Brasil es un gran espectáculo seguido por millones de aficionados y no aficionados en todo del mundo. Es el único torneo deportivo de carácter global, con participación de un gran número de países y jugadores. No es uno de esos “campeonatos mundiales” inventados por los estadounidenses, con la sola participación de equipos de su país, mostrando la visión auto centrada de lo mundial que aún predomina en esa sociedad. Una visión excluyente, según la cual lo bueno, lo valioso, lo admirable, lo digno de tomarse en cuenta, solamente se encuentra dentro de las fronteras de ese país.
El campeonato que se desarrolla en Brasil es, además de un multicolor espectáculo, muchas cosas más. Es un gran negocio que mueve enormes cantidades de dinero público y privado, que beneficia sobre todo a los poderosos de la tierra: financistas, constructoras, líneas aéreas, cadenas hoteleras, productores de equipo deportivo, cadenas televisivas, transportistas y tutti quanti. Circula mucho dinero alrededor de estos eventos, a veces por por vías subterráneas, lejos de cualquier control. Por ejemplo, periodistas británicos han denunciado que detrás de la concesión del mundial de 2022 a Qatar se movió mucho dinero. Ese país habría gastado 200 millones de dólares en la campaña de promoción de su candidatura, incluyendo posibles sobornos. El diario británico The Sunday Times ha informado recientemente que el representante de Qatar en la FIFA pagó unos 4 millones de dólares para comprar el respaldo de dirigentes del fútbol internacional.
Pero el mundial de Brasil es también un gran fresco que muestra la diversidad de las personas que habitamos este planeta. Somos diferentes, de muchos colores, lenguas y culturas, pero todos pertenecemos a una misma humanidad. Un fresco donde predominan los tonos oscuros de piel, desde cobrizo a negro; donde la mayoría de las estrellas proviene del sur, de América Latina y de África, aunque algunas de ellas, por efecto de las migraciones, jueguen en equipos del norte. Hasta en equipos de países conocidos por el racismo presente sus sociedades, como Croacia, los jugadores negros han hecho su aparición.
Sin embargo, esa diversidad que valoramos positivamente en el campo de juego, resulta inaguantable para una parte de los espectadores. La FIFA ha tenido que llamarle la atención a las federaciones de Rusia, Croacia y México, a las dos primeras por expresiones racistas de una parte de sus aficiones, y a la última por gestos y cantos homofóbicos proferidos por aficionados de ese país.
Así que continúen mirando los partidos, disfruten de los goles y de las jugadas habilidosas individuales y de conjunto; dejen que la emoción brote, pero no olviden que el mundial de fútbol es mucho más que lo que nos dicen los comentaristas de pacotilla y lo que nos deja una mirada nuestra sin profundidad, a las pantallas de televisión.
manuel.rojasb@yahoo.com
El campeonato que se desarrolla en Brasil es, además de un multicolor espectáculo, muchas cosas más. Es un gran negocio que mueve enormes cantidades de dinero público y privado, que beneficia sobre todo a los poderosos de la tierra: financistas, constructoras, líneas aéreas, cadenas hoteleras, productores de equipo deportivo, cadenas televisivas, transportistas y tutti quanti. Circula mucho dinero alrededor de estos eventos, a veces por por vías subterráneas, lejos de cualquier control. Por ejemplo, periodistas británicos han denunciado que detrás de la concesión del mundial de 2022 a Qatar se movió mucho dinero. Ese país habría gastado 200 millones de dólares en la campaña de promoción de su candidatura, incluyendo posibles sobornos. El diario británico The Sunday Times ha informado recientemente que el representante de Qatar en la FIFA pagó unos 4 millones de dólares para comprar el respaldo de dirigentes del fútbol internacional.
Pero el mundial de Brasil es también un gran fresco que muestra la diversidad de las personas que habitamos este planeta. Somos diferentes, de muchos colores, lenguas y culturas, pero todos pertenecemos a una misma humanidad. Un fresco donde predominan los tonos oscuros de piel, desde cobrizo a negro; donde la mayoría de las estrellas proviene del sur, de América Latina y de África, aunque algunas de ellas, por efecto de las migraciones, jueguen en equipos del norte. Hasta en equipos de países conocidos por el racismo presente sus sociedades, como Croacia, los jugadores negros han hecho su aparición.
Sin embargo, esa diversidad que valoramos positivamente en el campo de juego, resulta inaguantable para una parte de los espectadores. La FIFA ha tenido que llamarle la atención a las federaciones de Rusia, Croacia y México, a las dos primeras por expresiones racistas de una parte de sus aficiones, y a la última por gestos y cantos homofóbicos proferidos por aficionados de ese país.
Así que continúen mirando los partidos, disfruten de los goles y de las jugadas habilidosas individuales y de conjunto; dejen que la emoción brote, pero no olviden que el mundial de fútbol es mucho más que lo que nos dicen los comentaristas de pacotilla y lo que nos deja una mirada nuestra sin profundidad, a las pantallas de televisión.
manuel.rojasb@yahoo.com
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