A escasos ocho meses de las elecciones de
febrero de 2014, el panorama electoral sigue siendo precario. El candidato de Liberación Nacional, Johnny
Araya, se mantiene a la cabeza de las preferencias de las personas que afirman
que votarán en esas elecciones; pero como ese grupo todavía no es
suficientemente grande, aún no logra alcanzar el 40% necesario para ganar las
elecciones, según algunas de las encuestas.
La mayoría de las personas entrevistadas se muestra escéptica frente al
escenario electoral que empieza a armarse con la concurrencia de ésta y otras
candidaturas.
Objetivamente hay condiciones para que el
PLN sufra una aplastante derrota en el 2014.
El descontento con el gobierno de Laura Chinchilla se ha generalizado, y
es notorio el cansancio de la mayoría ciudadana con la corrupción y los errores
acumulados en dos administraciones seguidas del PLN. Además, la imagen que proyecta Araya no
parece ser lo suficientemente convincente para una colectividad desconfiada y
harta. Los yerros del gobierno de
Chinchilla, sobre todo los últimos, repercuten negativamente sobre sus
aspiraciones presidenciales, y su estrategia de “silencio a medias” frente a
esos acontecimientos, esperando que no lo relacionen y que pronto se olviden,
puede resultarle muy cara. Porque este
es un gobierno del PLN y, él su candidato para las próximas elecciones.
Sin embargo, ninguno de los partidos de
oposición parece estar hoy día en condiciones de aprovechar la situación y
arrastrar a la mayoría electora. No
pueden hacerlo hasta ahora, porque, por un lado, el manto del descontento con
la política también los cubre, y por el otro, porque candidatos y precandidatos
carecen del carisma y de la potencia de un discurso capaz de vencer la inercia
ciudadana. No se puede olvidar su pobre
desempeño en la Asamblea Legislativa.
Son candidatos con bases de apoyo todavía
muy débiles, razón por lo que pensamos que les va a costar mucho salir de las
bajas posiciones que hoy ocupan en las preferencias de las y los potenciales
electores. Falta aún por definirse la
situación del PAC, pero no parece que esa definición vaya a influir en forma
determinante en la configuración del panorama electoral. Su “cuarto de hora” ya pasó, aunque podría
resurgir de las cenizas para el 2018, si logra elegir el próximo año un grupo
de diputados y diputadas, que aunque pequeño, influya en forma determinante en
el accionar de la Asamblea, por su nivel político intelectual y su identidad
con un planteamiento partidario realista de centro izquierda.
Un escenario político que provoca desazón
porque el país necesita no solamente nuevas caras en el gobierno y las
instituciones, sino también planteamientos realistas, y la mayoría de los
partidos carece de ellos. Pero hay mucho
material valioso elaborado por grupos pensantes de ciudadanas y ciudadanos
esperando ser retomado por candidatos y partidos. Como se dice:
¡para luego es tarde!
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