En su informe anual a la Asamblea Legislativa, la Presidenta
dijo que esperaba que a través del diálogo se pudieran resolver las diferencias
entre grupos y sectores de la población, para cumplir con el mandato de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos de abrir a las mujeres que así lo
deseen, la posibilidad de la fecundación in vitro, y para reconocer los
derechos básicos fundamentales de las parejas del mismo sexo.
La verdad es que el gobierno no ha estado realmente abierto
a discutir esos asuntos e impulsar las reformas necesarias en la Asamblea
Legislativa. No han formado parte de su
agenda de prioridades y así lo hizo saber varias veces la propia Presidenta. Precisamente por eso se tuvo que llevar el
asunto de la FIV hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde el
gobierno esperaba un fallo positivo para sus posiciones. Si se hubiera querido resolver mediante el
diálogo, otro camino se habría tomado.
Ciertamente, no son asuntos fáciles de trasladar a
conocimiento de la Asamblea, dado el tufo conservador que emana de Cuesta de
Moras, y que procede en mayor o menor medida de todas las fracciones, con la excepción
del Frente Amplio. Las demás están
fuertemente contaminadas por el virus del conservadurismo: la mayoría de la fracción del PLN, más de la
mitad de la del PAC y la del ML, toda la del PASE y seguramente la mayoría
también de diputados y diputadas del PUSC.
Y ni que hablar de Avendaño y Orozco.
Así que aún cuando hubiera una voluntad presidencial de discutir
dichos asuntos en el ámbito legislativo, la carencia de una base suficiente de
apoyo para iniciarla lo habría dificultado.
Probablemente ese ha sido un elemento adicional que ha pesado para dejar
de lado los temas señalados en las negociaciones para integrar un directorio
legislativo. No sabemos si dentro de
esas negociaciones, además de cargos y prebendas, los grupos más conservadores
de nuestro alicaído parlamento han exigido sacar de la agenda la FIV y las uniones
de personas del mismo sexo.
En todo caso, la verdad es que este gobierno no se ha
caracterizado por su talante negociador con perspectiva de mediano y largo
alcance. La Presidenta dijo en su
informe que esa era una apreciación equivocada, y que en todo caso iba a revisar
sus acciones y realizar los cambios que fueran necesarios. Bienvenido el acto de contrición, aunque un
poco tardío ciertamente. Porque la
realidad es que este gobierno y el anterior, han permanecido anclados en una
lógica de construcción de mayorías, con base en la negociación por debajo de unos
voticos por acá y otros por allá, hasta completar 29 o 38, según sea el caso.
Solamente si se deja atrás esa lógica y se asume la realidad
del complejo presente, podremos avanzar en eso que llaman “visión país”. Las reformas institucionales que se piden a
gritos no servirán de nada si permanecemos anclados en un pasado político que
hace rato que espiró.
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