Las negociaciones entre la Caja y la UCR en torno a la administración de 45 EBAIS en los cantones de La Unión, Curridabat y Montes de Oca, me ha dejado un mal sabor en la boca. No fue una negociación orientada hacia el mejoramiento de la calidad de los servicios prestados a las personas aseguradas, sino una negociación centrada en los costos, es decir, en colones más o menos.
Las autoridades de la Universidad de Costa Rica llevaban la razón al pedir el pago de lo que vale la prestación del servicio. Sin embargo, esa exigencia no estuvo acompañada de una justificación sobre lo que la UCR ha aportado por encima de lo contratado, a los EBAIS. ¿O es que simplemente se dedicó a administrar y no hubo ningún aporte adicional en la calidad de los servicios?
Me parece que en la génesis del Programa de Atención en Salud (PAIS), siendo rector Gabriel Macaya y vicerrectora de Acción social Leda Muñoz, se buscaba desarrollar un modelo de atención que pudiera generalizarse al conjunto de EBAIS. Nunca, que yo sepa, el PAIS fue planteado como un negocio para la UCR. En la decisión inicial que llevó a la construcción del PAIS prevaleció el mejoramiento de la calidad del servicio y la innovación, con la intervención de docentes y estudiantes.
Por supuesto que no le tocaba a la UCR financiar el costo del servicio con dineros públicos dedicados a los fines propios de la Institución. Por eso es inaceptable que la presidenta ejecutiva de la Caja se dejara decir que estaban en disposición de pagar más a oferentes privados por la administración de los EBAIS señalados, pero no a la UCR porque aquellos tienen como objetivo el lucro.
¿Y los derechos de las personas aseguradas dónde quedaron? Porque en toda esta discusión lo que realmente parecía importar eran los intereses de ambas instituciones en términos financieros, y no la defensa de mejores servicios para asegurados y aseguradas. Incluso el mismo personal de los EBAIS, al cerrar por dos o tres días la atención a pacientes, mostró los límites de su compromiso institucional. Como ha ocurrido en la gran mayoría de movimientos del sector salud, los paros y las huelgas perjudican a las personas que necesitan de los servicios, sobre todo los de especialidades médicas. Son personas que quedan atrapadas, sin posibilidades de protesta y sin que nadie les defienda, en medio de las discusiones entre jerarcas de las instituciones y huelguistas.
Pero cuando pueden hacerlo, tampoco lo hacen. En estas semanas, pese a los esfuerzos de activistas, poca movilización de asegurados y aseguradas perjudicados fue observada. En su ausencia, otros asumieron la pelea, aunque quizás no con los mismos objetivos, como los sindicatos y algunos partidos políticos. Por supuesto, no estaban tampoco presentes en las movilizaciones los estudiantes que cerraron los ingresos al Campus Rodrigo Facio, peleando por sus “derechos” a parquear vehículos dentro de la UCR.
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