El
gobierno ha anunciado el envío a sesiones legislativas extraordinarias de
cuatro proyectos de reforma institucional, derivados del informe de la Comisión
Presidencial sobre Gobernabilidad Democrática.
Entre
las reformas a la Constitución Política que se proponen, se toca el espinoso
asunto de la integración de la Asamblea Legislativa. Se plantea reformar el
artículo 106, manteniendo el número de diputados en 57, pero reformando su
forma de elección: 42 por distritos electorales uninominales y 15 electos en un
único distrito nacional, con base en un sistema proporcional, presumiblemente
igual al que se usa en la actualidad. Se introduce además la posibilidad de
reelección de los diputados hasta un máximo de tres períodos consecutivos, y la
revocatoria del mandato.
La
propuesta en su conjunto hay que analizarla con pinzas; pero hay que discutir
el asunto y tomar decisiones porque estamos atrasados en la puesta al día de
las instituciones que conforman nuestro sistema político. Avancemos entonces
despacio y con buena letra, porque medias reformas o cambios hechos a la medida
de intereses partidistas podrían complicar la situación. En otras palabras, que
sin un adecuado diagnóstico y una serena discusión sobre lo que mejor conviene
al conjunto social, la medicina propuesta podría más bien agravar al paciente.
La
ciudadanía quiere intervenir más en la conformación de las fracciones
legislativas. No quiere votar solamente por las listas cerradas y bloqueadas
que presentan los partidos cada cuatro años. Se intenta responder a esas
inquietudes con los distritos uninominales, es decir, agrupaciones de votantes
definidas por un conjunto de criterios –habrá que ver que se propone al
respecto--, que eligen solamente un diputado entre los candidatos y candidatas
que los diferentes partidos presentan: el que saca el mayor número de votos es
electo.
La
experiencia internacional muestra que sin mecanismos de compensación, los votos
en estos distritos tienden a favorecer desproporcionadamente a los partidos de
mayor arraigo. Se propone entonces la lista de diputados nacionales. Pero si
solamente son quince, eso significa que con un padrón electoral de 3.011.866
electores, se necesitaría poco más de 200 mil votos para que un partido logre
obtener un diputado o diputada. Es decir, que el mecanismo también tiende a
favorecer las grandes agrupaciones. Aunque se utilice un sistema de
distribución proporcional, los pequeños partidos saldrán perjudicados.
No
es políticamente correcto proponer el aumento del número de diputaciones, dado
el desprestigio de la Asamblea Legislativa. Pero para mejorar la representación
y dar cabida a las diferentes corrientes de pensamiento político presentes en
el país, es necesario plantearse el asunto del número: mantener 57 por
distritos electorales y elegir unos 30 por un único distrito nacional.
Seguiremos hablando sobre el tema en otras columnas.
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