Aunque suene a repetición, son los
jóvenes de hoy los que van a vivir el futuro. Si estiramos la cobija e
incluimos en esa categoría a quienes tienen menos de cuarenta años en la
actualidad, tendríamos que admitir que son ellos, principalmente, los que van a
manejar este país en los próximos treinta años. En todos los niveles laborales
y políticos.
Pero no hay que irse muy lejos: ya
su peso político podría ser considerable. Según se ha informado, las personas
que están en edades comprendidas entre los 18 y los 34 años conforman el 42 por
ciento, aproximadamente, del padrón electoral. En otras palabras, que si la
mayoría de ellas decidiera votar por un determinado partido, podría elegir sin
duda a su candidata o candidato. También podría poner en aprietos al sistema si
decidiera abstenerse y no concurrir a las urnas electorales en 2014.
La mayoría de los jóvenes no se
manifiesta todavía abiertamente. Son una especie de espectadores de un
espectáculo aburrido que les interesa muy poco. Pero su futuro, en gran parte,
se está jugando hoy, y son las generaciones más viejas las que están tomando
decisiones que en mucho cuadrarán las circunstancias económicas y políticas en
las que les tocará vivir.
En los últimos meses varias
propuestas de reforma institucional y de políticas públicas han sido dadas a
conocer. Como lo hemos señalado en otras ocasiones, es necesario que la
sociedad civil se involucre en la discusión de ellas y no se atenga a lo que
pueda salir, bueno y malo, de acciones del poder ejecutivo o de la Asamblea
Legislativa.
Me pregunto cuántas personas
jóvenes, hombres y mujeres, han estado involucradas en la discusión y la
redacción de las propuestas, o cuántas de ellas provienen de sectores menores
de cuarenta años. Seguramente la participación de las personas jóvenes en estos
proyectos ha sido muy pequeña. Somos los adultos mayores de cuarenta, bastantes
en edades avanzadas, los que pareciera que nos interesamos en esos ejercicios
de ingeniería política y social.
No puedo aceptar que a las personas
jóvenes les interese solamente las barras libres, la “sele”, las “tomatingas”
desenfrenadas de Palmares o los conciertos de bandas y cantantes que se suceden
semana tras semana, exprimiendo los agotados bolsillos de más de uno.
Seguramente para muchos a eso se reduce la vida, pero seguramente también son
muchos los que ven con preocupación lo que está sucediendo, tal vez sin
encontrar los mecanismos para manifestarse y hacer oír su voz. A lo mejor es
que no existen, más allá del facebook o mecanismos similares, que a veces solo
sirven para desahogarse, sin consecuencias prácticas.
Ya es hora que se manifiesten. Los
adultos hemos echado a perder este mundo por acción o por omisión. Por favor,
hombres y mujeres jóvenes, no dejen que hagamos lo mismo con su futuro. La
palabra y la acción son ahora de ustedes.
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