A dos semanas de cumplir dos
años de gestión, la situación del gobierno de la presidenta Chinchilla es
complicada. Está en medio del río, a
merced de la corriente, en un bote con el motor ahogado y sin remos que le
permitan moverse hacia alguna orilla.
Así luce después de la cadena
de acontecimientos de las últimas semanas, que le dejaron sin ministro de
hacienda, sin director de tributación, sin asesora política, con otros altos funcionarios
cuestionados y, lo más grave, sin Ley de Solidaridad Tributaria. Los errores cometidos en la tramitación, que
fueron advertidos por los diputados Mendoza y Fishman en su momento, llevaron
finalmente a la Sala Constitucional a echarla por tierra, sumiendo en el
desconcierto al gobierno y a los diputados del PAC que la votaron
favorablemente.
¿Y el plan B? Pues parece que no se tenía ninguno. El gobierno apostó todo a la Ley caída y
ahora no tiene nada. Aunque la
Presidenta sigue de alguna manera jugando con la idea de la resurrección de la
Ley, la mayoría de los actores políticos lo consideran imposible, porque la
correlación de fuerzas ha cambiado en la Asamblea Legislativa, y no se cuenta
con el número necesario de votos para echarla a andar nuevamente. Políticamente la Ley está muerta y hay que
buscar otros caminos para rehabilitar las alicaídas arcas públicas.
Si nuestro sistema fuera
parlamentario, el gobierno habría caído y estaríamos enfrentados a un nuevo
proceso electoral. Pero como ese no es el
caso, y nos faltan dos años para un cambio de gobierno, ¿qué nos espera? La convocatoria en busca de luces a
economistas que han sido ministros y presidentes del Banco Central, y que por
tanto son de alguna manera corresponsables de la situación que vive el país,
arroja signos de interrogación. ¿No
habría que recurrir también a otros economistas que podrían tener ideas
diferentes sobre cómo conducir el país en la actual coyuntura nacional e
internacional? No son tiempos para
repetir medicinas.
Mientras tanto los aprietos
en que está el gobierno favorecieron el destrabe de la Alianza por Costa Rica,
que parece que finalmente continuará con la dirección del Directorio
Legislativo, esta vez bajo la presidencia del libertario Danilo Cubero. El comunicado de la Comisión Política del PAC, aceptando el fallo de la
Sala Constitucional y renovando su compromiso de generar espacios de
convergencia y acuerdos, empujó a la fracción a apoyar a Cubero, en
contraposición a lo que había venido sosteniendo Otón Solís. Es decir, que el fallo de la Sala parece que también
está ayudando a restablecer los equilibrios dentro de ese Partido, rotos en el
último año por la preeminencia adquirida por Solís.
Y mientras el gobierno de su
Partido enfrenta el derrumbe, esquizofrénicamente Figueres recorre el país, en
velada precampaña, a veces vestido de policía, y Rodrigo Arias sigue con su
propaganda en radio y televisión, con miras a las elecciones de 2014.
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