Entre las medidas de
emergencia propuestas por la presidenta Chinchilla para mitigar el déficit
fiscal, que están lejos de conformar todavía un plan B, alternativo a la
fenecida Ley de Solidaridad Tributaria, se ha mencionado la disminución del
aporte estatal a las campañas electorales. Como se sabe la Constitución
Política fija dicho monto en el 0,19 % del producto interno bruto del año
trasanterior a la celebración de las elecciones para presidente,
vicepresidentes y diputados.
Para de 2010 se logró aprobar
una reforma transitoria que redujo dicho aporte al 0,11% del PIB; ahora se
propone reducirlo al 0,08%, es decir, a menos de la mitad de lo estipulado en
la Constitución. La propuesta seguramente contará con la simpatía y el apoyo
amplio de la ciudadanía, pero, aunque los jefes de fracción de los principales
partidos, con la excepción del Movimiento Libertario, han dicho que están de
acuerdo, habrá que esperar la opinión de los aspirantes a candidatos
presidenciales, quienes en última instancia podrán sentirse perjudicados,
además, por supuesto, de la madeja de proveedores privados que esperan con
ansia los períodos electorales para engordar sus arcas.
Si la reducción propuesta se
vuelve efectiva, quizás ayude a cambiar la forma en que se realizan las
campañas, donde el dinero de los contribuyentes se tira improductivamente en
cortos de televisión y de radio, en signos externos, en transporte y en otros
gastos innecesarios. Eso sin mencionar los gastos fantasmas y los abusos, con
fuerte olor a corrupción, que han sido de conocimiento de la ciudadanía y que
son investigados por la Asamblea Legislativa y el Tribunal Supremo de
Elecciones. Investigaciones que tocan por ahora a los partidos Movimiento
Libertario, Liberación Nacional y Renovación Costarricense.
Estos manejos no virtuosos de
dineros, que podrían ser muy bien aprovechados en otros menesteres, ponen de
manifiesto la necesidad de cambiar las campañas electorales. Que deben ser más
cortas y más efectivas en el planteamiento de programas viables de gobierno y
en el debate de ideas. La mayoría ciudadana ya está cansada de los cortos de
televisión vacíos, que promueven las candidaturas como si fueran marcas de
jabón o prendas de vestir, campañas que lejos de elevar la capacidad analítica
de electoras y electores, les rebaja en su calidad de personas que deben hacer
escogencias ojalá con la mayor información posible.
Si no hay voluntad de reforma
en los partidos para mejorar las campañas electorales, si no sienten la presión
ciudadana para que ello ocurra, los gastos seguirán siendo millonarios, pero
esta vez para sostenerlos se tendrán que ampliar los montos de las
contribuciones individuales, con las consecuencias políticas que conocemos, en
términos de influencia en gobiernos y otros males. Además, más dineros de
procedencia dudosa se podrían introducir a hurtadillas, burlando los controles
establecidos.
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