domingo, 15 de enero de 2012

¿El fin de la pasividad ciudadana?

Durante muchos años se nos ha vendido la idea, con bastante éxito por cierto, que la esencia de la democracia es la participación en elecciones cada cierto tiempo. Es decir, que la acción ciudadana se circunscribe a emitir un voto cada cuatro años y delegar toda la responsabilidad a quienes han resultado electos: presidentes, diputados y munícipes. En los últimos años se ha agregado a la lista de los cargos elegibles el de alcalde municipal.


Entre períodos electorales lo que se espera es la pasividad ciudadana. Se ha elegido a quienes tienen que tomar las decisiones en política nacional y local, y si no gusta lo que hacen, pues en los próximos comicios puede castigárseles votando por otro partido. Así de simple.

Cualquier crítica es, en general, mal vista por los gobernantes de turno, sobre todo cuando la gente, cansada de la falta de atención a sus demandas o de la irresponsabilidad institucional, termina saliendo a la calle. Se habla entonces de ingobernabilidad, de irresponsabilidad ciudadana y se recurre a todo tipo de argucias para descalificar a los protestantes o para disimular su efecto social. Claro que hay varios tipos de protesta, algunas razonables y otras censurables. Por ejemplo, protestas que afectan o ponen en peligro derechos ciudadanos básicos, como la salud y la educación, son también mal vistos por la mayoría de las personas y no deberían ocurrir.

Pero la pasividad ciudadana entre elecciones parece que se empieza a romper, al menos en el ámbito local, donde el Código Municipal permite la revocatoria del mandato de los alcaldes. Pérez Zeledón ha dado el campanazo de salida de un movimiento que puede extenderse a otras regiones del país, donde los alcaldes no solo no dan la talla en el desempeño de sus funciones, sino que han entronizado el despilfarro y la corrupción. La ciudadanía pasiva es en buena parte culpable de que esto ocurra, porque la participación en esas elecciones ha sido escasa, como es bien conocido. Eso ha hecho que lleguen a las alcaldías, no las personas mejor calificadas para el cargo, sino aquellas que logran movilizar las clientelas partidarias.


Según el Tribunal Supremo de Elecciones, el padrón electoral en Pérez Zeledón en 2010 estaba compuesto por un total de 98.271 votantes potenciales. En las elecciones de diciembre de ese año participó aproximadamente el 36% de la ciudadanía inscrita, y resultó electo Luis Mendieta Escudero, del PLN, por 11.778 votos. En el plebiscito celebrado el domingo 18 de diciembre, fue destituido por casi el doble de los votos que le dieron la victoria un año antes.

El ejemplo seguramente será seguido por otros cantones, dada la cantidad de denuncias de todo tipo presentadas contra los alcaldes. Si la revocatoria de mandato también se ejerciera en el plano nacional, podríamos deshacernos de muchos funcionarios electos que resultan ineficientes, corruptos o ambas cosas a la vez. ¿Qué les parece?

No hay comentarios:

Publicar un comentario