Davos es un lujoso centro vacacional situado en los Alpes suizos, donde anualmente, en el mes de enero, se reúne el Foro Económico Mundial, integrado por grandes empresarios y políticos de todo el mundo, y también por destacados periodistas e intelectuales. Fundado en 1971 por el profesor suizo de economía Klaus M. Schwab, el Foro está financiado por 100 grandes empresas, y en él se discuten los principales problemas del mundo, empezando por supuesto, por los problemas económicos, con un enfoque capitalista.
Este año el Foro se ha reunido en un momento crucial para la mayoría de los países europeos, sumidos en el desconcierto ante los problemas que enfrentan las economías de la denominada zona Euro. Sin recetas probadas para enfrentar la situación, incluso con el riesgo de cometer serios errores, según destacados economistas como Joseph Stiglitz, Premio Nobel en 2001, la Unión Europea parece dar palos de ciego.
La política decretada de ajustes golpea duramente a países como Grecia, Italia, España y Portugal, además de Irlanda e Islandia, que hasta el año pasado parecían ser casos aislados. Incluso Francia ha tenido que seguir la misma senda, después del choque sufrido con el descenso en la escala de calificación de riesgos de la economía, con los consiguientes efectos en la política, a escasos 100 días de las elecciones presidenciales.
No se sabe qué hacer en parte porque se evita señalar con claridad el origen de los problemas. Llama la atención que en las primeras sesiones del Foro de Davos, que algunos jefes de las empresas más importantes del mundo reconocieran que el capitalismo ha agravado las desigualdades sociales. Es por esa razón que, en vez de ajustes que empeoren la situación de los sectores de ingresos medios y bajos, muy golpeados por la crisis, algunos políticos han enfatizado la necesidad de ajustar los tributos, para que quienes más tienen más paguen.
Por ejemplo, en el discurso de inicio a su campaña, François Hollande, candidato socialista a las elecciones presidenciales francesas de abril, anunció que subirá el impuesto sobre la renta del 41% actual, al 45% para quienes ganan más de €150.000 al año, y que suprimirá gran parte de las exenciones fiscales a grandes patrimonios y empresas.
Por su parte Obama, en su informe anual a la Nación, defendió lo que se ha dado en llamar la “tasa Buffett”, un impuesto especial denominado así en honor del millonario del mismo apellido, quien en 2011 hizo un llamado a los ricos para que contribuyan más al fisco, en un país donde estos gozan de grandes privilegios. Una situación que fue nuevamente puesta en evidencia con la confesión del precandidato republicano Mitt Romney, de que solamente ha pagado en los dos últimos años un 13,9% de sus ingresos, mientras que la gran mayoría de sus conciudadanos paga más del doble.
¿Y en Costa Rica? Pues seguimos con miedo de tomar al toro por los cuernos.
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