Lo que está pasando en la Caja Costarricense de Seguro Social es algo que se veía venir desde hace muchos años. Decisiones equivocadas, deudas no cubiertas por gobiernos, morosidad privada, intentos de privatización o semiprivatización, expoliación de recursos y otras agresiones han terminado por llevar a la institución a la difícil situación en que se encuentra, amenazando la salud de todo el país.
Por enésima vez se vuelve a hablar de comisiones técnicas y propuestas integrales de reestructuración, pero la verdad es que muchos diagnósticos se han realizado y muchas propuestas se han hecho, con escasos resultados prácticos. El problema es que no se trata de un asunto meramente de ingeniería organizacional, sino que también lo ideológico y lo político están presentes. No se puede olvidar, además, que alrededor de la Caja y su destino gira una maraña de intereses económicos de la más diversa índole, porque es mucho el dinero que está en juego. También internamente se mueve una madeja de intereses de los diversos estamentos de profesionales médicos y funcionarios que operan en los diferentes niveles de atención.
Ahora todos piden acciones para salvar y transformar la Caja, pero aunque unos y otros parece que están hablando de lo mismo, lo cierto es que están pensando en cosas diferentes. Lo que puede estar conjeturando una persona identificada con el modelo solidario que dio origen a la Caja seguramente es muy diferente a lo que proponen individuos y grupos que consideran que los servicios médicos deben estar sujetos a las leyes del mercado, y que, primordialmente, deben ser proporcionados por la empresa privada. Probablemente entre estos dos extremos hay una gama de posiciones intermedias.
Por eso, cuando se habla de una comisión de expertos para que elaboren una propuesta, hay que preguntar quiénes son y cuáles pueden ser los intereses que representan. Porque, con todo respeto, no hay expertos en el vacío, químicamente puros. En todo caso, la discusión sobre el rumbo que ha de tomar la Caja no puede quedar solamente en manos de expertos, políticos, empresarios y sindicatos. Es un asunto que atañe a la mayoría ciudadana que contribuye al funcionamiento de la institución, y que, diaria y pacientemente acude a EBAIS, clínicas y hospitales, soportando largas colas y demoras en las citas especializadas, porque no tiene otra posibilidad de recibir atención médica.
Mientras la institución se deteriora, hay personas concretas que sufren por falta de atención médica oportuna y de calidad, como el padre de un lector de estas columnas, que sufrió una quebradura de cadera a sus ochenta años, y que yace dos semanas hospitalizado sin que, hasta la hora en que escribo estas líneas, se haya programado su operación. Me pregunto cuántos de los que opinan sobre la crisis de la Caja alguna vez habrán tenido que enfrentar situaciones como la que señalo.
¡Hay que rescatar la Caja para el pueblo!
Yo creo que hay que rescatar la CCSS para todos, incluidos los que cotizamos una alta mensualidad y no utilizamos casi sus servicios.
ResponderEliminarPues de eso se trata el modelo solidario, que no está reñido con la alta calidad de los servicios y oportunidad de acceso a ellos. Saludos!
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