De acuerdo con los resultados de la última encuesta de UNIMER publicados por el matutino La Nación, al gobierno y a la clase política les ha pasado lo de la ruta a Caldera: están afrontando serios derrumbes. ¡Y el invierno apenas está comenzando!
El gobierno de la presidenta Chinchilla sale mal en casi todos los aspectos contemplados en esta medición, confirmando una tendencia al deterioro de la imagen en las percepciones de la mayoría ciudadana. El principal reclamo, aparte del incumplimiento de las promesas de campaña, apunta hacia el insuficiente control del timón del barco. La sensación que flota en el ambiente, que la encuesta viene a confirmar, es que la presidenta no toma decisiones en el momento oportuno y que le hace falta firmeza. Seguramente no pocos casos se podrían señalar donde no actuó ni con la celeridad ni con la firmeza requeridas.
Muchas justificaciones pueden darse a estas percepciones de la ciudadanía, pero no se puede negar la gravedad del derrumbe gubernamental, precisamente al cumplirse un año de mandato y cuando todavía le faltan tres. Tampoco puede negarse la existencia de serios problemas, algunos de ellos heredados de la anterior administración, ni la indolencia con que algunos jerarcas de ministerios e instituciones los encaran. Y ni hablar de los abusos y la corrupción.
Pero no solo el gobierno central sale mal en esta medición. La encuesta deja entrever una crítica generalizada a la clase política, por lo menos a las cabezas más visibles, que ven disminuida considerablemente la apreciación popular. Para empezar, el expresidente Arias, quien cae 14 puntos porcentuales en las opiniones favorables, a pesar de que sigue encabezando la lista. Su hermano comparte el frio sótano con dos controvertidos expresidentes.
Las instituciones públicas no salen muy bien paradas tampoco, salvo unas pocas, como la Defensoría de los Habitantes y la misma Caja, ahora tan bombardeada. La Cruz Roja, que seguramente es la que mayor presencia tiene en los medios, tanto por la cantidad de accidentes y hechos violentos, como por el manejo de las noticias, es la institución aparentemente más apreciada. Mucho más abajo se localizan instituciones como el Poder Judicial, el Tribunal Supremo de Elecciones, la Sala IV y la Contraloría.
Pero, en segundo lugar, muy por encima de las otras instituciones, destacan las universidades públicas, hecho que llama sumamente la atención, dada la campaña orquestada contra ellas el año anterior, cuando se discutía su financiamiento. No es la primera vez que esto ocurre. Seguramente en medio de derrumbes, la mayoría ciudadana sigue visualizando en las universidades públicas una esperanza de mejoramiento futuro. Ojalá universitarios y universitarias sepan responder a estas expectativas ciudadanas.
En fin, es un hecho: Caldera, el gobierno y la clase política, provocan inseguridad y desconfianza a la mayoría ciudadana.
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