Supongo que de lo sucedido con la elección del directorio
legislativo los nuevos diputados del Partido Acción Ciudadana sacarán útiles
enseñanzas. Por mi parte, sin conocer
los entretelones de las negociaciones, llego a las siguientes conclusiones
preliminares.
Primero, la fórmula “firme en la estrategia y flexible en la
táctica” sigue teniendo validez y la confusión en los términos se paga cara. En
otras palabras, que una cosa son los principios que guían la acción política y
otra los caminos y los métodos empleados para alcanzar las metas definidas en
consonancia con dichos principios. Tengo
la impresión que en el curso de la negociación seguida por las autoridades de
la fracción del PAC con el Partido Renovación Costarricense, la flexibilidad se
llevó al límite en el tema de los derechos humanos, arañando principios y provocando
la justa reacción interna y externa.
Segundo, Luis Guillermo Solís logró proyectar durante la
campaña una imagen de transparencia sobre un electorado cansado de políticos marrulleros
que prometen una cosa y hacen otra, en negociaciones a espaldas de sus
electores. Por tanto, la fracción no podía darse el lujo de caer en la vaguedad
en las negociaciones y la comunicación. La gente no se traga el cuento de que "hubo
un mal entendido" y que "nunca hubo un acuerdo con Renovación
Costarricense".
Tercero, el control político se ha extendido a un importante
sector ciudadano. Presidente, diputados y funcionarios, les guste o no, están
ahora en una especie de pecera, a vista y paciencia de las redes sociales, que
monitorean sus gestos y sus pasos. Las reacciones no se hacen esperar, como en
el pasado, sino que ocurren en el mismo instante en que suceden los
acontecimientos, obligando a rectificaciones o a aclaraciones inmediatas. Llama
la atención que el grupo que dirigió la campaña del PAC, que hizo tan buen uso
de la internet y la redes sociales, no se haya percatado que el enorme aparato
de comunicación que creó iba a seguir activo pero con su propia dinámica.
Cuarto, las novatadas en política se pagan caras. Si bien es
cierto que hay que empujar por el rumbo de una “nueva política”, no se puede
olvidar que la mayoría de los grupos presentes en la Asamblea Legislativa no han
captado las señales de los tiempos y actúan como décadas atrás. Eso obliga a la
fracción del PAC a moverse en dos planos: uno abierto, de cara a electoras y
electores, y otro pantanoso, en el que debe medir cada paso y anticipar jugadas
como la que intentó el PLN, que no fructificó, pero que embarrialó la cancha
más de la cuenta, enredando todo el proceso de elección.
Finalmente el desequilibrio entre poderes que produjeron las
elecciones del 2 de febrero y del 6 de abril, fue parcialmente solucionado y los
principales poderes de la República han quedado en manos del PAC. Por lo menos
durante el primer año de la nueva administración. Pero, ¡a punto estuvo de
quemarse el pan en las puertas del horno!
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