Decíamos hace unos pocos días que cualquier cosa podría
ocurrir el 2 de febrero, y que no podía descartarse, hablando metafóricamente, el
salto de una liebre en el último momento.
Eso fue lo que ocurrió con esta victoria en primera ronda de Luis
Guillermo Solís, que ha alterado sustantivamente el mapa electoral y ha hecho visible
una nueva realidad política en el país. Calladamente,
sin que las encuestas lograran detectarlo, miles y miles de costarricenses se
decidieron por Solís, tumbando el escenario derecha izquierda que pretendieron
construir los estrategas de Liberación y del Movimiento Libertario, con el
apoyo del sector más testarudo del empresariado.
Atrás parece que han quedado mitos y leyendas sobre el
comportamiento electoral de la mayoría ciudadana. Los cambios que muchos habíamos vaticinado se
hicieron visibles y cristalizaron alrededor de la figura de Luis Guillermo, quien
mantuvo el mismo perfil de serenidad y madurez, aun en los momentos más
difíciles de la campaña, incluyendo la marginación a la que le sometieron sus
adversarios en los tramos finales de la misma.
Su figura emergió por encima de un Partido que no terminaba de apoyarlo
y que en algunos momentos parecía más bien constituirse en un obstáculo para su
crecimiento. Por esa razón su triunfo es
doblemente meritorio, porque superó tanto los obstáculos internos como los
externos, hasta alcanzar el primer lugar de esta ronda electoral. Pero también forma parte de esta nueva
realidad, José María Villalta y el Frente Amplio, que aún perdiendo se han constituido
en una apreciable fuerza política, que no podrá ser ignorada de ahora en
adelante.
Pero el proceso no está terminado; falta la cita del 6 de
abril. Sin embargo, estos resultados confirman
la apreciación sobre la imposibilidad para el candidato del PLN de saltar la
valla del 40%, llevando consigo el peso muerto de dos administraciones que
dejan un balance negativo. Sus repetidos
ofrecimientos de rectificación de rumbo, no fueron suficientes para atraer el
grueso de un electorado cansado de promesas vacías y de la arrogancia del
poder. Tampoco sus cacareados y
supuestos logros al frente, durante veintidós años, de la Municipalidad de San
José.
El porcentaje de votos que logró obtener en esta primera
ronda seguramente se componen de los restos todavía considerables de seguidores
tradicionales del PLN, y de personas que, como lo hemos señalado, seguramente
votaron a regañadientes por esa fórmula electoral, movidos por una propaganda
destinada a asustar con el fantasma del extremismo de izquierda a un sector del
electorado aún impresionable con ese tipo de artimañas. Esta campaña calificada por muchos como “del
miedo”, finalmente terminó favoreciendo al candidato que arrojaba una imagen de
moderación, tanto en su comportamiento personal como en cuanto a programa. Sin que eso signifique que no está dispuesto
a asumir riesgos y hablar abiertamente de sus creencias y defender sus
posiciones, como ocurrió en el enfrentamiento que sostuvo con Otto Guevara en
uno de los debates, alrededor del tema de la despenalización del aborto por
violación.
Dicho sea de paso, los debates, que algunos comentaristas señalaron
como ineficaces en la movilización de votos, parecen haber jugado un importante
papel en la decisión en las últimas semanas del segmento más reflexivo de
votantes, segmento que posiblemente terminó por inclinar la balanza hacia Solís. También deben haber jugado un papel destacado
las redes sociales, en un país más urbanizado, con un porcentaje elevado de
votantes jóvenes. Por eso contrasta
fuertemente en el mapa electoral, el comportamiento de las y los votantes en el
centro del país con el acaecido en las costas y las áreas más alejadas y
empobrecidas de nuestra geografía, donde Liberación Nacional tiene todavía un
gran peso.
Los perdedores son muchos.
Aunque no sabemos qué pasará en la cita del 6 de abril, es indudable que
el PLN ha sufrido la peor derrota de toda su historia. Si no inicia un proceso de recomposición, que
por ahora se ve difícil, podría ocurrirle lo mismo que al PUSC, en otra escala
por supuesto. El Movimiento Libertario y
su líder, Otto Guevara, también han sufrido una derrota similar. La ventaja que tiene Guevara es que va a la
Asamblea Legislativa, donde intentará sin duda, recomponer su imagen y su
Partido.
Finalmente, perdieron todos aquellos que todavía consideran
que es posible manipular a su antojo a una ciudadanía cada vez más informada y “pellizcada”.
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