martes, 12 de noviembre de 2013

Día de la democracia



Este año pasó desapercibida la celebración del “día de la democracia costarricense”, paradójicamente en medio de un proceso electoral.  La verdad es que siempre me ha parecido un tanto engañosa tal celebración, instituida para conmemorar la supuesta defensa del sufragio ocurrida el 7 de noviembre de 1889.  En esa ocasión, según cuentan los historiadores, varios miles de josefinos, armados con palos y machetes salieron a las calles demandando respeto a los resultados de unas elecciones en las que participaba fundamentalmente la elite económica del país.

Es importante recordar que por entonces en esos procesos votaban solamente los varones nacidos en el país o naturalizados, con “…veinte años cumplidos o dieciocho si fuesen casados o profesores de alguna ciencia; siempre que unos y otros posean además alguna propiedad u oficio honesto, cuyos frutos o ganancias sean suficientes para mantenerlos en proporción a su estado”.  Además, votaban en elecciones primarias por electores, quienes eran los que realmente designaban a los presidentes de la República.  Estos electores tenían que ser propietarios de no menos de quinientos pesos de la época, o recibir una renta anual de doscientos, además de saber leer y escribir.

Este sistema de elección, parecido al estadounidense, se mantuvo hasta 1913, cuando se aprobó el voto directo para los hombres que tenían la calidad de ciudadanos.  Las mujeres no entraban dentro de esa categoría, razón por la cual no pudieron votar sino hasta después de 1949, cuando entró en vigencia la Constitución aprobada ese año. 

Pero independientemente de fechas y celebraciones, ¿qué entendemos ticos y ticas por democracia?  Hago la pregunta porque me llama la atención algunos de los resultados del “Latinobarómetro 2013”, ese estudio anual que se realiza en 18 países de América Latina.  Según se indica en dicho documento, Costa Rica está entre los siete países donde ha disminuido el apoyo a la democracia entre 2009 y el año en curso.  No cualquier disminución por cierto, porque el bajonazo es abrupto:  16 puntos.  En 2009 el 74% de las personas entrevistadas indicó su apoyo a la democracia, mientras que en 2013 lo hizo el 53%.

¿Realmente ha disminuido el apoyo a la democracia o más bien lo que expresan estos resultados es un malestar con la ineficiencia y la corrupción de los últimos gobiernos electos en procesos electorales democráticos?  De acuerdo con los autores del estudio, el bajonazo está relacionado con la apreciación sobre corrupción que se tiene en el país, que es la más elevada de todos los casos analizados:  20%.  Dato que no debe extrañar dada la colección de casos de ese tipo ocurridos en estos años. Y de la ineficiencia institucional mejor ni hablar.

Muchos de los que hoy están pidiendo el voto son responsables de tal estado de cosas, pero también lo son las electoras y los electores que votan descuidadamente cada cuatro años. ¿Lo harán igual en febrero de 2014?

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