El informe final de la Comisión Presidencial sobre
Gobernabilidad Democrática, mejor conocida como “notables”, con
tono cargado de descalificación, ha despertado reacciones diversas,
que van desde el rechazo sin concesiones hasta la aceptación
elogiosa. Sin menosprecio alguno del trabajo realizado, hay que decir
que la mayoría de los problemas que ahí se señalan ha sido
identificada en repetidas ocasiones, así como también buena parte
de las soluciones propuestas. Pero el enfoque es diferente.
Cuando analizamos problemas y formulamos propuestas de solución, partimos de visiones particulares sobre la sociedad, la política y el estado. Estamos cargados de subjetividad. Por más esfuerzos que hagamos para deshacernos de conceptos y suposiciones, siempre estarán ahí, impidiéndonos alcanzar la ansiada objetividad.
En el informe que mencionamos, predomina la visión del gobernante, la preocupación por eliminar obstáculos que impiden llevar adelante sus planes y propuestas. La gobernabilidad, como lo hemos indicado en otras ocasiones, por más que se le apellide democrática, es una mirada desde arriba; no es el reflejo de las preocupaciones ciudadanas. No quiere decir eso que no existan coincidencias, y no hay que olvidar, además, que quienes no están ahora en el gobierno, podrían estarlo el día de mañana, a menos que hayan decidido permanecer indefinidamente en la oposición.
Por esos motivos, la aceptación de las diferencias en miradas o en enfoques no nos debe llevar al rechazo absoluto a todo lo que proceda del territorio de los gobernantes. Antes bien, nos obliga a examinar con cuidado planteamientos como el que hace la Comisión Presidencial, y a replicar, si es del caso, desde nuestra particular perspectiva.
Por ejemplo, en el caso de las propuestas relativas a la integración y funcionamiento de la Asamblea Legislativa, desde la perspectiva ciudadana lo más importante es, a mi juicio, el mejoramiento de la calidad de la representación, hoy en día tan alicaída. Lo cual no significa dejar de lado la búsqueda de la eficiencia, que tiene sus límites, porque la Asamblea no es tan solo una fábrica de leyes, sino que también realiza tareas de control político.
Los mecanismos de selección de diputados y diputadas debe ser objeto de especial atención. No podemos seguir eligiendo sobre las listas cerradas y bloqueadas que nos presentan los partidos. Hay que buscar un sistema mixto que facilite, quizás con la adición de una lista nacional, una mayor participación ciudadana en la integración de la Asamblea. Y tenemos que encontrar mecanismos que permitan una mayor comunicación y control con quienes se dicen nuestras y nuestros representantes.
Finalmente, no podemos olvidar que éste no es el único diagnóstico ni las únicas propuestas realizadas en los últimos meses, y que otras están en camino. Por tanto hay que incorporar también ese material en la presente y necesaria discusión nacional.
Cuando analizamos problemas y formulamos propuestas de solución, partimos de visiones particulares sobre la sociedad, la política y el estado. Estamos cargados de subjetividad. Por más esfuerzos que hagamos para deshacernos de conceptos y suposiciones, siempre estarán ahí, impidiéndonos alcanzar la ansiada objetividad.
En el informe que mencionamos, predomina la visión del gobernante, la preocupación por eliminar obstáculos que impiden llevar adelante sus planes y propuestas. La gobernabilidad, como lo hemos indicado en otras ocasiones, por más que se le apellide democrática, es una mirada desde arriba; no es el reflejo de las preocupaciones ciudadanas. No quiere decir eso que no existan coincidencias, y no hay que olvidar, además, que quienes no están ahora en el gobierno, podrían estarlo el día de mañana, a menos que hayan decidido permanecer indefinidamente en la oposición.
Por esos motivos, la aceptación de las diferencias en miradas o en enfoques no nos debe llevar al rechazo absoluto a todo lo que proceda del territorio de los gobernantes. Antes bien, nos obliga a examinar con cuidado planteamientos como el que hace la Comisión Presidencial, y a replicar, si es del caso, desde nuestra particular perspectiva.
Por ejemplo, en el caso de las propuestas relativas a la integración y funcionamiento de la Asamblea Legislativa, desde la perspectiva ciudadana lo más importante es, a mi juicio, el mejoramiento de la calidad de la representación, hoy en día tan alicaída. Lo cual no significa dejar de lado la búsqueda de la eficiencia, que tiene sus límites, porque la Asamblea no es tan solo una fábrica de leyes, sino que también realiza tareas de control político.
Los mecanismos de selección de diputados y diputadas debe ser objeto de especial atención. No podemos seguir eligiendo sobre las listas cerradas y bloqueadas que nos presentan los partidos. Hay que buscar un sistema mixto que facilite, quizás con la adición de una lista nacional, una mayor participación ciudadana en la integración de la Asamblea. Y tenemos que encontrar mecanismos que permitan una mayor comunicación y control con quienes se dicen nuestras y nuestros representantes.
Finalmente, no podemos olvidar que éste no es el único diagnóstico ni las únicas propuestas realizadas en los últimos meses, y que otras están en camino. Por tanto hay que incorporar también ese material en la presente y necesaria discusión nacional.