De antemano sabemos cuál va a ser la solución que darán las autoridades del MOPT cuando se cae un puente o falla una carretera: instalar uno o varios puentes Bailey. Diseñados con fines militares, estos puentes han continuado siendo usados en tiempos de paz como soluciones temporales a desplomes y desastres causados por la naturaleza.
Sin embargo, en
Costa Rica, en muchos casos han terminado por convertirse en soluciones
permanentes. Se dice que hay más de ochenta puentes de este tipo instalados en
el país. Al menos hay una solución rápida y eficiente, aunque lo temporal se
convierta en permanente, y se engorden los bolsillos de los distribuidores.
Pero hay otras emergencias y desplomes para los cuales, desgraciadamente, no
hay ni puentes Bailey ni Mabey, que es la otra marca presente en el mercado
internacional.
Ese es el caso
de la Caja, cuyas autoridades no terminan de encontrar soluciones temporales, y
menos permanentes, a los males que le aquejan y que afectan a buena parte de la
población. En estos días La Nación ha informado, con datos de la Unidad Técnica
de Listas de Espera (UTLE) de la institución, que 652.000 personas esperan
procedimientos diversos especializados, incluyendo cirugías. La Gerente Médica
de la Caja adujo que las listas de espera siempre van a existir en una
institución de seguridad social, pero, ¿en cifras tan elevadas? Estamos
hablando de atrasos que afectan al 15 por ciento de la población.
Mientras tanto,
la Sala Constitucional ha ordenado a la Caja resolver el atraso de 139.042
pruebas citológicas, vitales para la salud de miles y miles de mujeres, y el
Hospital Max Peralta permanece intervenido, porque en ese centro hospitalario
se concentra el 20% de la totalidad de los atrasos en la atención. Para mayores
males, en La República se informa que varias compañías podrían haberse puesto
de acuerdo para elevar los precios de los productos que ofrecen a la Caja.
Resignadamente
la mayoría de la población asegurada soporta un deterioro que parece no tener
fin. Los que pueden recurren a otras vías, y son muchas las personas que se
endeudan para buscar cómo resolver a tiempo sus problemas de salud. Pero a
otros no les queda más remedio que hacer fila muy temprano en el EBAIS, o
esperar varios meses antes de acceder a una cita especializada o a una
intervención quirúrgica.
¿Hasta cuándo
vamos a aguantar? ¿No es hora de decir basta y movilizarnos sin distinciones de
clase social? ¿Es que hemos perdido la capacidad de solidarizarnos y luchar por
el logro de objetivos nacionales? ¿Será que a partir de 2014 se solucionarán
todos los problemas, como promete un aspirante liberacionista, o que el
proyecto país que anuncia otro contenga la pomada canaria que acabará con todos
nuestros males?
Para la trocha
fronteriza, que no es ni de lejos nuestro mayor problema, hay puentes Bailey,
pero con la Caja ¿qué hacemos?
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