Para los
segundos, los que viven de la política, el desempeño de cargos es su fuente de
ingresos y prestigio, razones por las cuales están dispuestos a modificar su
pensamiento y ajustar sus servicios cuantas veces sea necesario, con tal de
complacer al gobernante de turno y seguir disfrutando de cargos y prebendas.
Nuestro medio está plagado de este tipo de políticos y políticas, mientras que
los del primer grupo son escasos.
Esto no quiere decir que los del primer grupo sean una especie de ángeles del cielo, porque como lo señalaba el mismo Weber, detrás de las mejores intenciones políticas, de los mejores proyectos de bienestar colectivo, siempre hay un deseo íntimo de ejercer el poder y de deleitarse con sus símbolos y con sus ceremonias. Por esa razón es que el desempeño de cargos va generalmente acompañado de la exigencia de respeto, y a veces hasta de sumisión, para quienes los desempeñan, que dejan de ser ciudadanos y ciudadanas comunes y silvestres, para convertirse aparentemente en personas de otra categoría.
Su piel se
vuelve entonces muy sensible, no únicamente al sol, sino a la crítica que
empieza a ser vista, no solo como molesta e innecesaria, sino también como
obstruccionista y en algunos casos hasta sediciosa y antipatriótica. Se busca
entonces deslegitimarla recurriendo a todo tipo de argumentos, incluyendo
legislaciones y prohibiciones con tal de acallarlas. Son muy pocos las y los
políticos que aceptan de buena manera la crítica, sin importar su fuente,
porque generalmente lo que les gusta es recibir los halagos y las alabanzas de
quienes solo eso saben hacer. Porque una cosa es decirse demócrata y otra es
serlo en realidad.
Vista como parte
de la vida en democracia, la crítica tiene una función fundamental, porque no
solamente sirve para señalar excesos y errores, sino que ayuda a la ciudadanía
a mirar la realidad política y social desde varios puntos de vista, y a quienes
gobiernan, a contemplarse en diferentes espejos, que arrojan imágenes de esa
realidad que muchas veces se pierde de vista. Imágenes que sirven para mirar
por dónde se va, qué se busca y si los medios que se están usando son los
apropiados. Una especie de sistema de luces amarillas y rojas útil para la
peligrosa navegación política.
Contribuir al
logro social de tales objetivos es lo que me mueve a escribir esta columna
todas las semanas.
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