En realidad nunca existió tal sentimiento entre Otón Solís y la Alianza por Costa Rica. El acercamiento del PAC con el resto de partidos de oposición se pudo realizar porque él estaba fuera del país y su poder de veto había disminuido. Su regreso marcó, a mi juicio, un punto de inflexión en el accionar del Partido, pues desde ese momento se reveló la división actual entre lo que se podría llamar de forma simplista el “purismo” ético encabezado por Solís, y una línea de acción más abierta y pragmática que incluye a otros dirigentes destacados como Román Macaya, Margarita Bolaños, Juan Carlos Mendoza y Luis Guillermo Solís. Calificar a este grupo como izquierdistas o “chavistas” me parece totalmente inapropiado.
Es contra este telón de fondo
que habría que localizar el acuerdo con el gobierno, que llevó finalmente a la
aprobación de la ley de Solidaridad Fiscal, seguramente con grandes costos en
términos de simpatía ciudadana. Porque desde entonces el PAC ha estado enviando
mensajes contradictorios, sembrando la confusión en sectores que habían venido
votando por el Partido desde 2002, aunque cada vez con mayor renuencia, como lo
muestran los resultados de las últimas elecciones, en votos y en curules
alcanzadas en la Asamblea Legislativa. Esta dualidad de posiciones no parece
que se logró atenuar con el Congreso Ciudadano, donde se ha intentado, al
parecer sin éxito, construir una plataforma política más claramente delineada.
Lo sucedido la semana
anterior corrobora, según mi criterio, esta dualidad. En el “Manifiesto por una
Alianza Electoral para el 2014”, emitido por la Comisión Política y el Comité
Ejecutivo Nacional, se expresa claramente la “…disposición a participar en
procesos de negociación con los partidos políticos nacionales y locales y con
las organizaciones sociales y productivas que representen la diversidad de
nuestra sociedad, para la construcción colectiva de una gran alianza electoral
para el 2014”. Igualmente se ratifica el compromiso adquirido el año anterior,
para mantener la Alianza Parlamentaria por Costa Rica. No se pone ningún
condicionamiento, ni se veta a nadie.
Sin embargo, inmediatamente
sale Solís y algunos de sus seguidores cercanos, a poner condiciones,
situándose por encima de la institucionalidad partidaria. ¿A quién creerle?
¿Qué pueden esperar las y los electores de un Partido que se debate en tales
contradicciones a escasos 23 meses de las elecciones de 2014? En vez de acercar
simpatizantes, el PAC parece estar empeñado en alejarlos.
La dirigencia del PAC debe
aterrizar en la realidad política de hoy. Se trata de un partido pequeño,
seguramente hoy más pequeño que hace un año, sin posibilidades de alcanzar en
solitario una victoria electoral en 2014. Necesita de alianzas, pero para
lograr las apropiadas debe, primero, unificar su mensaje, y, segundo, a lo
mejor deshacerse de rémoras y gamonalismos.
¿Estará también acabando el
amor dentro del PAC?
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