El acuerdo del PAC con el gobierno, que parecía una buena jugada de Otón Solís para mostrar patriotismo, capacidad de gobierno y perspectiva de mediano y largo plazo en el análisis de los problemas del país, pasadas unas pocas semanas parece estarse convirtiendo en un gran clavo en el zapato del Partido.
En este momento el proyecto de reforma tributaria es de todo, menos popular. Está siendo torpedeado por todos lados, mientras el gobierno está calladito, no lo defiende más allá de ciertos límites, incluso la Presidenta ha dicho que es un proyecto malo, dejando que al PAC le llueva tieso y parejo. En una especie de transmutación de las almas, el proyecto para mal, se convirtió en el proyecto del PAC, con consecuencias sumamente negativas para su imagen.
¿Qué ha pasado? En primer lugar, en un escenario dominado por el descalabro de la Caja, que ha mostrado más que claramente a los extremos a que se puede llegar en el mal manejo de los dineros aportados por trabajadores y empresarios, la iniciativa de darle más recursos al gobierno no puede ser vista con buenos ojos, salvo que existan garantías de que los nuevos fondos van a ser empleados adecuadamente. Dentro de ese escenario la precaria situación del fisco ha pasado a un segundo o tercer plano en el ámbito de las preocupaciones ciudadanas.
Quizás esta sea, vista en perspectiva, una de las fallas del acuerdo del PAC con el gobierno: la ausencia de un marco de reformas institucionales, de mejoramiento del desempeño y de garantías de cumplimiento que aseguren que los nuevos ingresos van a ser bien empleados. Porque, ¿quién podrá afirmar que dentro de unos años no estemos en una situación similar a la actual? El PAC pudo haber pedido mucho más por sus votos, sobre todo por la vía rápida, porque ahora resulta que el proyecto del gobierno podría ser votado fácilmente sin su ayuda: solamente necesita veintinueve votos.
En segundo lugar, me parece que el PAC carece de posibilidades de respuesta rápida a los interrogantes que se le han lanzado al proyecto. Por ejemplo, en la sesión legislativa del lunes 24 de octubre, el diputado José María Villalta hizo una serie de cuestionamientos y arrojó un conjunto de dudas sobre el proyecto. Enfiló las baterías contra el impuesto al valor agregado (IVA) que supuestamente servirá para recaudar el 70 por ciento de los nuevos recursos, lo que según él, se reflejará en una alza generalizada de precios, incluyendo un conjunto de bienes y servicios hasta ahora exentos del pago de impuestos, alza que afectará a grupos sociales de menores ingresos y al funcionamiento de muchas instituciones. Fue una extensa intervención que no fue replicada por nadie. Las dudas entonces quedaron sembradas.
Para colmo de males, el jueves 27 de octubre, el diputado del PAC Claudio Monge, dijo en Diario Extra que su partido pecó de ingenuo en el acuerdo con el gobierno. ¿A quién creerle?
Manuel: Ottón puede ser un visionario, pero en asuntos de estrategia, me temo que no da pie con bola. Esto, desgraciadamente, lo ha demostrado a través de tres campañas presidenciales, el mismo número de campañas para alcaldes, el telecé y su referendo, y hasta en lo que hemos dado en llamar, a lo interno,la "autoflagelación", tema que está vivito y candente en el congreso.
ResponderEliminarHonestamente, siento que él no puede dominar todos los temas, pero también creo que quienes le rodean no solo tampoco los dominan, sino que además NO permiten que quienes HEMOS tenido la intención de ayudar, ayudemos.
Sinceramente, espero que con el Congreso, se deseche la autoflagelación y se quiten los anteojos de cabasllo de carretón, y el partido una vez diverso comience a madurar.
Quiero a Costa Rica. Es mi Patria. La defiendo. Quiero a los pillos que lo han saqueado detrás de las rejas. Y quiero que el PAC pueda llevarlo por el mejor de los caminos.
Esto debe ocurrir. Y espero que Ottón así lo comprenda, y de una buena vez sepa hacerse a un lado. Todos los grandes líderes han sabido cuando hacerlo. Esto también va para la Campbell.