En el comentario anterior decíamos que los cables de WikiLeaks relacionados con el referéndum de 2007 sobre el TLC nos permitían comprender que solamente una parte del juego político ocurre en espacios abiertos, a vista y paciencia de la mayoría ciudadana. Pero los cables nos muestran otros aspectos de esta democracia, no precisamente muy agradables.
En primer lugar, más allá de la palabrería, lo cierto es que este es un país muy pequeño y por tanto sujeto a la influencia del gobierno de los Estados Unidos, cuyos embajadores, como Mark Langdale en 2007, están dispuestos a ejercer toda la presión posible sobre ciertos sectores de la clase política, con tal de alcanzar sus objetivos. Sectores que, además, ofrecen escasa resistencia y más bien buscan armonizar sus proyectos económico políticos con los de la potencia extranjera.
En los cables se indica como factor determinante en los resultados obtenidos la oportuna y sostenida intervención de la Casa Blanca y las autoridades estadounidenses de comercio, que “cerraron de golpe la puerta” a la posibilidad de una renegociación del Tratado, como lo planteaban algunos de los oponentes. Los medios nacionales dieron amplia cobertura a ese tipo de declaraciones que asustaban a sectores de la clase media que temían por sus empleos.
En segundo lugar, los cables muestran cómo algunos de los “defensores” de la democracia tica estaban dispuestos a violentar las reglas del juego democrático, con tal de no perder un pulso que consideraban vital para el “interés general”: léase intereses particulares disfrazados. Al tristemente célebre “memorándum del miedo” hay que sumar el intento de montaje sugerido por algunos de los cerebros de la campaña del Sí, con los dineros decomisados al narcotráfico. Montaje que se desactivó a medias, porque siempre circuló la especie de que el gobierno venezolano estaba financiando la campaña del No.
Se menciona también el esfuerzo propagandístico realizado a favor del TLC en la semana previa a la celebración del referéndum. A pesar de la prohibición del TSE para que no se emitiera propaganda en las 48 horas antes de la consulta popular, con la excusa de que estaban informando, los principales medios entrevistaron al Presidente Arias y otros funcionarios del gobierno, que expresaron sin cortapisas sus puntos de vista favorables al Tratado. Por supuesto que los opositores al TLC no gozaron de igual tratamiento. ¿Y qué decir del papel jugado por la cadena CNN, con entrevistas a supuestos expertos acerca los peligros que encaraba el país si se rechazaba el TLC?
WikiLeaks nos enfrenta de nuevo a la realidad del uso no democrático del poder adquirido por medios democráticos. Es muy fácil hablar de democracia y pontificar acerca de ella, como acostumbran ciertos políticos. Pero es difícil ser consecuente con lo que se dice, sobre todo cuando se ejerce el poder en procesos como el referéndum del TLC.
¡Claro que la historia pudo haber sido otra!
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