lunes, 26 de octubre de 2009

El poder: ¿para qué lo quieren?

Nueve partidos han completado las inscripciones de sus candidatos a presidente y vicepresidentes, y afinan sus estrategias con la mira puesta en el primer domingo de febrero de 2010.

En la televisión y en la radio han comenzado a aparecer “spots” y cuñas donde se resaltan la virtudes de los candidatos y candidatas, y, por supuesto, los defectos de los adversarios. Algunos de estos materiales son ingeniosos, incluso chistosos, pero no están dirigidos a despertar la reflexión más o menos profunda de las y los electores. Finalmente el mensaje es escueto: los que están en el gobierno y pretenden continuar en él, evalúan todo positivamente; para quienes están enfrente, todo se ha hecho mal, incluso desde mucho tiempo atrás, y quieren el poder, porque tienen las propuestas correctas y porque todo lo harán bien. La ecuación parece ser muy simple: adecuado enfoque, más técnicas correctas, más honestidad, igual a buen gobierno. Simple pero engañosa.

¿Para qué realmente quieren el poder Laura Chinchilla, Otón Solís y Otto Guevara, para mencionar solamente a quienes aparecen en los primeros lugares de las encuestas? ¿Hacia dónde quieren llevar esta sociedad? ¿Cuáles son los sueños que alimentan sus propuestas de buen gobierno? No lo sabemos claramente. Hasta ahora solo tenemos vagas referencias a la eficiencia de las instituciones, a la lucha contra la corrupción, al mejor empleo de los recursos públicos, al combate a la pobreza, a la seguridad ciudadana. Pero todo eso, ¿en función de qué proyecto de sociedad?

Siento una ausencia de sueños en candidatas, candidatos y partidos. En lo que escriben, en lo que dicen, no hay mayores vuelos, solo horizontes chatos. Sus propuestas –las que se conocen hasta ahora—son colecciones de medidas, que van apareciendo en las pantallitas de los televisores o en las presentaciones “power point”. ¿Cómo se insertan esas medidas o propuestas de políticas en un marco más amplio? ¿Cuáles son las visiones de sociedad que hay detrás? ¿Un país desarrollado, como repite Oscar Arias, sin señalar sus contornos? Porque si el modelo son las sociedades del norte, con su cultura de consumismo y desperdicio, de drogadicción y de violencia, de capitalismo exacerbado y de guerras intervencionistas, gracias, pero paso.

Gobernar no es solamente un asunto de empleo de técnicas o de mejor gestión; es, fundamentalmente, se tenga o no conciencia de ello, una operación de conducción del Estado y la sociedad, por ciertos rumbos, que siempre se asegura que son para el logro del bienestar y la felicidad del conjunto. Pero como detrás de las buenas intenciones puede haber un oscuro mar de fondo, mejor, señoras candidatas y señores candidatos, nos dicen hacia dónde nos quieren llevar.

O, dicho claramente, ¿para qué carajos quieren el poder?

1 comentario:

  1. tiene razon. el anima arcaica de la politica es Afrodita. Y esta perdida ahora.'D. Barahona

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