Según el jefe de fracción legislativa del PLN, no
reeligieron a Fernando Cruz como magistrado de la Sala Constitucional, porque
se quería “…reivindicar a la Asamblea Legislativa como primer poder de la
República…”, y porque también se le quería enviar un mensaje al Poder Judicial
sobre la necesidad de renovarse, dado que “…la Corte Suprema de Justicia no
está cumpliendo con el principio de justicia pronta y cumplida”.
Con argumentos tan fundamentados y convincentes, deberíamos
dejar de lado cualquier tentación a buscar otras motivaciones, como el ajuste
de cuentas por algunos votos de Fernando Cruz o la necesidad de retomar el
control de la Sala Constitucional, que en los últimos tiempos había empezado a
dar muestras de una independencia que algunos intereses políticos consideran inconveniente.
Pero el “sospechómetro” inevitablemente no para de sonar,
sobre todo porque pasada la votación, la fracción liberacionista se fue a
celebrar la gran jugada realizada, con la complicidad de libertarios,
cristianos, pasistas y socialcristianos, con honrosas excepciones, por supuesto. El hecho es que la jornada del jueves, a
pesar de la gran manifestación popular de la mañana en demanda de soluciones a
la situación de la Caja, terminó con un marcador de uno a cero a favor de la
fracción liberacionista y sus aliados, y en contra de la institucionalidad
democrática del país.
Con esta brillante jugada, treinta y ocho diputados
despojaron al país de un perspicaz magistrado, que hacía su trabajo con
seriedad y con total independencia de criterios políticos. No siempre estuvimos de acuerdo con los votos
de Fernando Cruz, pero siempre le hemos reconocido la profundidad de sus
análisis, la solidez de sus argumentaciones y, sobre todo, su
independencia. Fernando Cruz no es
ciertamente el único con esas calidades, pero tampoco son muchos los
magistrados y magistradas que las poseen.
Porque para nadie es un secreto el manoseo político que se hace con los
nombramientos de las magistraturas, manoseo que seguramente ocurrirá en el
proceso de designación del sustituto de Cruz.
Advertidos están magistrados y magistradas que juegan a ser independientes: se alinean o no hay reelección. Y advertida también está la ciudadanía: si la Asamblea Legislativa sigue integrada por
una constelación de fuerzas políticas similar a la actual, muchas otras
brillantes jugadas, como la del jueves, podemos esperar en el futuro próximo.
No reelegir a Fernando Cruz para reivindicar a la Asamblea
Legislativa como primer poder de la República:
¡menuda tontería, diputado Molina!
¡Defender la separación de poderes echando a un magistrado que por
cierto tiene muy clara esa división!
Fernando Cruz puede irse tranquilo, con la cabeza en alto,
porque cumplió con probidad sus obligaciones.
No muchos pueden decir lo mismo, y menos en la Asamblea Legislativa.
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