Palestina es una herida abierta en el costado de la humanidad. Más allá de la palabrería usual en estos casos, y los argumentos en pro y en contra del Estado Palestino, lo real y concreto es que hay un pueblo que perdió su territorio y la posibilidad de construcción de un Estado desde 1948.
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Diseminado en países, territorios y campamentos, el pueblo palestino ha subsistido en condiciones sumamente difíciles más de cincuenta años, construyendo a pesar de ello una identidad nacional, con una bandera, unos valores, con instituciones y tradiciones. Tiene derecho a un Estado independiente.
Así fue prácticamente reconocido en los Acuerdos de Oslo, después de una negociación entre el gobierno israelí, representado por Isaac Rabin, y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), entonces bajo el liderazgo de Yasser Arafat. Firmados en 1993, los acuerdos fueron vistos como el inicio de un proceso que conduciría a una paz real y sostenible entre los palestinos e israelíes. Rabin y Arafat merecieron por ello el Premio Nobel de la Paz.
La esperanza se encendió en la mayoría de los palestinos y en los israelíes conscientes de la realidad de su sociedad y de la difícil situación del otro pueblo que le ha tocado vivir al lado, en el mismo espacio. Por supuesto que fue desaprobado en Israel por los fanáticos religiosos, que piensan que se deben recuperar los territorios bíblicos y expulsar definitivamente a los palestinos, y, entre estos, las organizaciones político militares, que no aceptan el Estado de Israel y pretenden echar a los judíos al mar.
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Todos sabemos lo que pasó después: Isaac Rabín fue asesinado en 1995 por un fanático religioso judío, la derecha israelí tomó el mando, y los acuerdos de Oslo se fueron por el caño del desagüe. Desde entonces las conversaciones se estancaron, aumentando la frustración de los palestinos, y haciendo prácticamente imposible la construcción de un Estado nacional, con las fronteras de 1967.
La verdad es que a la derecha y al gobierno israelíes no les interesa dar paso a un Estado palestino y con ese fin han creado en los territorios ocupados una red de colonias, zonas de seguridad, áreas militares, puestos de control y muros, que se extienden en la mayor parte del territorio conocido como Cisjordania. Y ni qué hablar de Gaza, que con el pretexto de que su gobierno está en manos de Hamás, producto de unas elecciones limpias, se le ha intentado arrasar por la fuerza de las armas y por el estrangulamiento económico.
Es en esas condiciones de desesperación que hay que localizar el reclamo de reconocimiento hecho a las Naciones Unidas por el presidente palestino Mahmud Abbas. No nos perdamos en calificaciones necias sobre la oportunidad del pedido o las supuestas consecuencias negativas para una negociación que no existe. Hay una deuda mundial pendiente con los palestinos que se debe saldar. Costa Rica no puede negar su contribución.
martes, 27 de septiembre de 2011
martes, 20 de septiembre de 2011
El acuerdo Gobierno-PAC
El PAC y el gobierno llegaron a un acuerdo sobre modificaciones al proyecto de reforma tributaria, que aparentemente facilitaría su aprobación. Se necesitan 38 votos, razón por la cual habría que allegar tres más, suponiendo que no haya deserciones de última hora en las bancadas del PAC y del PLN. Como no puede descartarse esa eventualidad, sería necesario sumar más votos entre el PASE y el PUSC, porque de los libertarios no puede esperarse apoyo alguno.
El acuerdo ha introducido aire nuevo en las relaciones entre el gobierno y el PAC. Atrás han quedado los duros calificativos y las recriminaciones, al punto que la Presidenta, en su discurso oficial del 15 de setiembre, destacó la madurez del PAC y, mirando al presidente de la Asamblea, Juan Carlos Mendoza, dijo: “Reconozco en su partido una visión de trascendencia”. De esa manera, el Partido del “no”, como se le acostumbraba a llamar despectivamente, pasó a ser el Partido del “sí”.
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Pasado el desconcierto inicial que produjo la reunión entre Chinchilla y Solís, porque no se sabía si se trataba de una iniciativa personal de este último, o si había un acuerdo previo de Partido, lo cierto es que se lograron diecisiete modificaciones al segundo proyecto elaborado por Hacienda, quebrando la resistencia a modificaciones que habían mostrado las autoridades de ese Ministerio, en aspectos tales como la renta global y la renta mundial.
Esas modificaciones hacen más progresiva la propuesta, es decir, que se pone más el acento en los sectores de mayores ingresos como contribuyentes principales en el pago de impuestos. Paralelamente, se introducen medidas que tienden a suavizar el impacto de la reforma sobre los sectores de ingresos medios y bajos, a pesar de que se mantiene el aumento del IVA al 14%, que afectará seguramente más a la clase media.
Hay que reconocer que el PAC ha jugado bien sus cartas, como principal partido de oposición: ha mostrado flexibilidad en la negociación política, pero al mismo tiempo congruencia, porque ha mantenido su posición conocida respecto al tema de reforma tributaria. Aunque internamente ha producido roces, lo cierto es que Otón Solís fue el gran protagonista de este acuerdo, lo que, a pesar de sus reiteradas negativas, lo vuelve a catapultar como primera figura de cara a las elecciones de 2014.
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Seguramente la imagen del PAC mejorará en buena parte de la ciudadanía, pero no se puede negar que el acuerdo favorece la posición del gobierno, porque le permite ver alguna luz al final del túnel, es decir, alguna salida a la difícil situación en que se encuentra.
Por supuesto que se ha enrarecido el aire dentro de la Alianza por Costa Rica, que controla el Directorio Legislativo, arrojando dudas sobre su continuación a partir del 1 de mayo de 2012; pero en el tema tributario sería iluso esperar una propuesta única del conjunto de partidos que conforman la oposición legislativa.
El acuerdo ha introducido aire nuevo en las relaciones entre el gobierno y el PAC. Atrás han quedado los duros calificativos y las recriminaciones, al punto que la Presidenta, en su discurso oficial del 15 de setiembre, destacó la madurez del PAC y, mirando al presidente de la Asamblea, Juan Carlos Mendoza, dijo: “Reconozco en su partido una visión de trascendencia”. De esa manera, el Partido del “no”, como se le acostumbraba a llamar despectivamente, pasó a ser el Partido del “sí”.
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Pasado el desconcierto inicial que produjo la reunión entre Chinchilla y Solís, porque no se sabía si se trataba de una iniciativa personal de este último, o si había un acuerdo previo de Partido, lo cierto es que se lograron diecisiete modificaciones al segundo proyecto elaborado por Hacienda, quebrando la resistencia a modificaciones que habían mostrado las autoridades de ese Ministerio, en aspectos tales como la renta global y la renta mundial.
Esas modificaciones hacen más progresiva la propuesta, es decir, que se pone más el acento en los sectores de mayores ingresos como contribuyentes principales en el pago de impuestos. Paralelamente, se introducen medidas que tienden a suavizar el impacto de la reforma sobre los sectores de ingresos medios y bajos, a pesar de que se mantiene el aumento del IVA al 14%, que afectará seguramente más a la clase media.
Hay que reconocer que el PAC ha jugado bien sus cartas, como principal partido de oposición: ha mostrado flexibilidad en la negociación política, pero al mismo tiempo congruencia, porque ha mantenido su posición conocida respecto al tema de reforma tributaria. Aunque internamente ha producido roces, lo cierto es que Otón Solís fue el gran protagonista de este acuerdo, lo que, a pesar de sus reiteradas negativas, lo vuelve a catapultar como primera figura de cara a las elecciones de 2014.
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Seguramente la imagen del PAC mejorará en buena parte de la ciudadanía, pero no se puede negar que el acuerdo favorece la posición del gobierno, porque le permite ver alguna luz al final del túnel, es decir, alguna salida a la difícil situación en que se encuentra.
Por supuesto que se ha enrarecido el aire dentro de la Alianza por Costa Rica, que controla el Directorio Legislativo, arrojando dudas sobre su continuación a partir del 1 de mayo de 2012; pero en el tema tributario sería iluso esperar una propuesta única del conjunto de partidos que conforman la oposición legislativa.
martes, 13 de septiembre de 2011
Independientes pero…
Esta semana se conmemora el día de la independencia. Miles y miles de niños y adolescentes marcharán por calles y avenidas en desfiles alusivos a la celebración. Muchos discursos se escucharán, y la televisión y la radio estarán saturadas de cortos donde se nos dirá cuán felices y orgullosos debemos sentirnos por ser independientes.
Son días en los que hay que armarse de paciencia, porque pocos, muy pocos, usarán los espacios para reflexionar con alguna profundidad sobre el significado real de la independencia en el momento histórico en que se produjo, sobre sus consecuencias posteriores y, por encima de todo, sobre sus límites y posibilidades hoy en día.
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En 190 años de vida independiente hemos intentado construir una identidad nacional claramente diferente de otras, pero los esfuerzos han tenido éxitos parciales. Más allá de los mitos sobre una sociedad esencialmente democrática, sin grandes disparidades sociales, y semejante desde el punto de vista cultural y de color de piel, la realidad es mucho más compleja.
En primer lugar, es cierto que vivimos dentro de un clima de libertades individuales bastante amplio, incluyendo la posibilidad de elegir y ser electos. Pero votar cada cuatro años no significa necesariamente que elegimos los gobiernos que queremos, porque la mayor parte de las veces somos ajenos a los procesos de conformación de partidos y de candidaturas. Al final se nos presentan “productos acabados” y, ciertamente, podemos elegir entre unos y otros, pero sin control real sobre su “fabricación” y menos sobre su posterior desempeño.
En segundo lugar, varios “países” cohabitan en el mismo territorio. Las diferencias sociales, culturales y espaciales son cada vez mayores, y aunque en el fondo todos estamos interconectados por los hilos de la economía, es como si viviéramos en círculos concéntricos que no terminan de tocarse. Intentamos reconocernos unos con otros usando la “roja de la sele” el día en que hay partidos internacionales de fútbol, pero como casi siempre nos va mal, hasta ese elemento de identidad ha terminado por debilitarse bastante.
En tercer lugar, nuestra independencia social y política está cada vez más recortada. Siempre fue limitada por razones de nuestra pequeñez geográfica, la escasez de recursos naturales y nuestra inevitable dependencia económica. Pero en tiempos de globalización, el recorte se ha acentuado y muchas decisiones en economía y política que antes se tomaban dentro del país, hoy en día han pasado a manos del mercado mundial, de las transnacionales y de los organismos internacionales. Aquí solamente nos toca decir sí o sí.
Estas realidades no deben conducirnos necesariamente a la inacción y a la depresión. Al contrario, tomar conciencia de ellas puede llevarnos, a pesar de las limitaciones, a intentar sacar mayor partido de nuestras acciones en los espacios políticos y sociales en los que participamos. ¡Feliz día de la independencia!
Son días en los que hay que armarse de paciencia, porque pocos, muy pocos, usarán los espacios para reflexionar con alguna profundidad sobre el significado real de la independencia en el momento histórico en que se produjo, sobre sus consecuencias posteriores y, por encima de todo, sobre sus límites y posibilidades hoy en día.
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En 190 años de vida independiente hemos intentado construir una identidad nacional claramente diferente de otras, pero los esfuerzos han tenido éxitos parciales. Más allá de los mitos sobre una sociedad esencialmente democrática, sin grandes disparidades sociales, y semejante desde el punto de vista cultural y de color de piel, la realidad es mucho más compleja.
En primer lugar, es cierto que vivimos dentro de un clima de libertades individuales bastante amplio, incluyendo la posibilidad de elegir y ser electos. Pero votar cada cuatro años no significa necesariamente que elegimos los gobiernos que queremos, porque la mayor parte de las veces somos ajenos a los procesos de conformación de partidos y de candidaturas. Al final se nos presentan “productos acabados” y, ciertamente, podemos elegir entre unos y otros, pero sin control real sobre su “fabricación” y menos sobre su posterior desempeño.
En segundo lugar, varios “países” cohabitan en el mismo territorio. Las diferencias sociales, culturales y espaciales son cada vez mayores, y aunque en el fondo todos estamos interconectados por los hilos de la economía, es como si viviéramos en círculos concéntricos que no terminan de tocarse. Intentamos reconocernos unos con otros usando la “roja de la sele” el día en que hay partidos internacionales de fútbol, pero como casi siempre nos va mal, hasta ese elemento de identidad ha terminado por debilitarse bastante.
En tercer lugar, nuestra independencia social y política está cada vez más recortada. Siempre fue limitada por razones de nuestra pequeñez geográfica, la escasez de recursos naturales y nuestra inevitable dependencia económica. Pero en tiempos de globalización, el recorte se ha acentuado y muchas decisiones en economía y política que antes se tomaban dentro del país, hoy en día han pasado a manos del mercado mundial, de las transnacionales y de los organismos internacionales. Aquí solamente nos toca decir sí o sí.
Estas realidades no deben conducirnos necesariamente a la inacción y a la depresión. Al contrario, tomar conciencia de ellas puede llevarnos, a pesar de las limitaciones, a intentar sacar mayor partido de nuestras acciones en los espacios políticos y sociales en los que participamos. ¡Feliz día de la independencia!
martes, 6 de septiembre de 2011
La platina fiscal
El término “platina” ha terminado siendo sinónimo de “remiendo mal hecho” o de “parche”, por obra y gracia de los desdichados arreglos del puente del Río Virilla en la Ruta 1. El hecho es que hay muchas platinas en el país, algunas visibles, otras no tanto. Entre las visibles destaca la fiscal, por lo que está ocurriendo en esta materia.
Como es conocido, alegando insuficiencia de recursos para cubrir gastos, desde enero de este año en la corriente legislativa hay un proyecto de reforma tributaria presentado por el Gobierno. Aunque tarde, la Presidenta tuvo que aceptar que una reforma de ese tipo era necesaria, pese a que en campaña dijo lo contrario.
Al proyecto se le han realizado observaciones críticas y se han hecho ajustes a la versión original. Seguramente tendrá que sufrir otras modificaciones, pero es un intento de entrarle al problema en forma más integral. Pero mientras la discusión avanza lentamente en el seno de la comisión dictaminadora, se aprueban nuevas cargas que desconciertan a la ciudadanía y refuerzan la idea que se tiene de improvisación y desorden.
En las últimas semanas se han aprobado gravámenes que tocarán el bolsillo de los costarricenses en forma diferenciada. Uno de los impuestos aprobados es el de 158.000 colones anuales que deberán pagar las sociedades anónimas activas y de 79.000 colones para las inactivas. La intención del Ejecutivo es que el nuevo tributo genere ingresos que dedicará a financiar la lucha contra la delincuencia. Por ahora el proyecto está en consulta en la Sala Constitucional, por iniciativa de los diputados libertarios.
También se aprobó un impuesto de 1,75 por ciento mensual sobre los recibos de luz. El cargo se hará hasta un máximo de 1.750 kilovatios hora; aunque las personas y familias cuyo consumo mensual sea igual o menor a 100 kilovatios no lo pagarán. Los recursos se destinarán a fortalecer la infraestructura del Cuerpo de Bomberos y a la construcción de 30 estaciones en varios puntos del país.
Pero ahí no termina el cuento, porque el Ministro de Hacienda afirmó el 1 de setiembre, al presentar a consideración de la Asamblea Legislativa la propuesta de presupuesto para 2012, que en la corriente legislativa hay 60 proyectos a la espera de aprobación, supuestamente por iniciativa de los diputados, que no cuentan con respaldo financiero. Es decir, que generarán más gasto sin que se indique de dónde se tomarán los recursos.
En esa misma línea, el proyecto de presupuesto, como se ha informado, repite la historia de los últimos años, porque en un 45 por ciento tendrá que ser cubierto con deuda. Casi la mitad de los salarios será solventada con préstamos, lo que es una práctica ilegal, porque según se estipula en la Ley de Administración Financiera, el gasto corriente no puede financiarse de esa manera.
En fin, que vamos de platina en platina, mientras el grueso de la mayoría ciudadana no se da cuenta de lo que sucede.
Como es conocido, alegando insuficiencia de recursos para cubrir gastos, desde enero de este año en la corriente legislativa hay un proyecto de reforma tributaria presentado por el Gobierno. Aunque tarde, la Presidenta tuvo que aceptar que una reforma de ese tipo era necesaria, pese a que en campaña dijo lo contrario.
Al proyecto se le han realizado observaciones críticas y se han hecho ajustes a la versión original. Seguramente tendrá que sufrir otras modificaciones, pero es un intento de entrarle al problema en forma más integral. Pero mientras la discusión avanza lentamente en el seno de la comisión dictaminadora, se aprueban nuevas cargas que desconciertan a la ciudadanía y refuerzan la idea que se tiene de improvisación y desorden.
En las últimas semanas se han aprobado gravámenes que tocarán el bolsillo de los costarricenses en forma diferenciada. Uno de los impuestos aprobados es el de 158.000 colones anuales que deberán pagar las sociedades anónimas activas y de 79.000 colones para las inactivas. La intención del Ejecutivo es que el nuevo tributo genere ingresos que dedicará a financiar la lucha contra la delincuencia. Por ahora el proyecto está en consulta en la Sala Constitucional, por iniciativa de los diputados libertarios.
También se aprobó un impuesto de 1,75 por ciento mensual sobre los recibos de luz. El cargo se hará hasta un máximo de 1.750 kilovatios hora; aunque las personas y familias cuyo consumo mensual sea igual o menor a 100 kilovatios no lo pagarán. Los recursos se destinarán a fortalecer la infraestructura del Cuerpo de Bomberos y a la construcción de 30 estaciones en varios puntos del país.
Pero ahí no termina el cuento, porque el Ministro de Hacienda afirmó el 1 de setiembre, al presentar a consideración de la Asamblea Legislativa la propuesta de presupuesto para 2012, que en la corriente legislativa hay 60 proyectos a la espera de aprobación, supuestamente por iniciativa de los diputados, que no cuentan con respaldo financiero. Es decir, que generarán más gasto sin que se indique de dónde se tomarán los recursos.
En esa misma línea, el proyecto de presupuesto, como se ha informado, repite la historia de los últimos años, porque en un 45 por ciento tendrá que ser cubierto con deuda. Casi la mitad de los salarios será solventada con préstamos, lo que es una práctica ilegal, porque según se estipula en la Ley de Administración Financiera, el gasto corriente no puede financiarse de esa manera.
En fin, que vamos de platina en platina, mientras el grueso de la mayoría ciudadana no se da cuenta de lo que sucede.
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