En estas semanas previas a las elecciones de febrero de 2010, conviene reflexionar sobre el papel que juega el miedo en la política y, por supuesto, en los procesos electorales.
Este papel nos ha sido recordado recientemente por Corey Robin, periodista y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Brooklyn en el Centro de Graduados de la City University of New York, en su libro El miedo. Historia de una idea política.
Gobernantes, élites, iglesias y grupos de presión han usado el miedo para reforzar obediencia y fidelidades, y, por supuesto, para resguardar sus intereses. A lo largo de la historia el miedo ha acompañado a la política, porque como lo planteaba Hobbes hace mucho tiempo, sirve a las necesidades de quienes detentan el poder, y por tanto es algo persistente en la política y la sociedad.
Sin embargo, en los últimos diez años la política del miedo se ha revitalizado a partir de la respuesta de la administración Bush al atentado del 11 de setiembre de 2001. Desde entonces vivimos en una nueva era en donde el miedo es el motor fundamental que mueve a nuestras sociedades. Seguramente por una especie de ósmosis ese es un factor que ha colocado a la seguridad ciudadana como el tema de campaña electoral, más allá de la situación objetiva de la delincuencia y la criminalidad en nuestro país.
En la medida en que se estableció la dicotomía bien-mal, hemos asistido a un recorte sistemático de las libertades individuales, que hemos terminado por aceptar, en aras de la preservación del bien y de la seguridad individual y colectiva. Todos en mayor o menor medida nos hemos vuelto sospechosos y se nos trata como tal, cuando entramos a bancos, oficinas públicas, centros comerciales y, por supuesto, cuando solicitamos visa para viajar a otro país y cuando abordamos un avión. Presuntamente la seguridad demanda que seamos objeto de una serie de “medidas” que otrora serían calificadas como vejaciones.
El miedo ha invadido todos los aspectos de nuestra vida cotidiana: se nos asusta con todo: con el diferente, con el de otro color, con el de otras ideas. Hasta miedo nos da decir lo que pensamos, no sea que pasemos a engrosar la lista de los peligrosos. ¡Y muchos que creíamos que esas épocas ya habían pasado!
En nuestro país el miedo se ha venido usando sistemáticamente en la política. El famoso “memorando”, que apareció en la discusión del TLC, es quizás la muestra más fehaciente de ello.
Y por supuesto que se está usando ahora, con los libertarios, que por primera vez en su corta historia parece que están logrando un crecimiento electoral importante, que podría ponerlos a jugar la final, si se llegar a la segunda ronda. Curiosamente, es el PLN quien de nuevo usa el artificio del miedo, y seguramente otra vez le dará resultados positivos para sus fines electorales, porque el miedo no da campo para la reflexión y las personas reaccionan automáticamente, como ha venido pasando con el famoso planteamiento libertario de 1995, que ha sido reciclado para efectos electorales.
No sé si Otto Guevara y su partido sostienen las mismas posiciones de entonces; no han dicho nada al respecto. Pero ya yo estoy curado de espanto. Durante más de dos décadas he venido escuchando la misma cantaleta: “ahí viene el coco, sálvese quién pueda”, usada para disfrazar intereses e intensiones la mayoría de veces nada santas.
Mientras tanto el “coco” desde mucho tiempo atrás ha estado con nosotros, se ha movido libremente y a sus anchas, sin que lográramos salvarnos a tiempo porque la atención la habíamos colocado en el lugar no indicado. La verdad es que las grandes transformaciones económicas y sociales ya ocurrieron, y no debemos olvidar que el TLC fue aprobado con el apoyo de los libertarios, que en ese momento no eran “cocos” para quienes han estado en el poder y pretenden continuar en él.
Así que no se dejen llevar por el miedo, tómense su tiempo para pensar y emitan el voto de la forma más racional posible.
martes, 19 de enero de 2010
miércoles, 13 de enero de 2010
Oportuna solicitud de la Rectora
La Rectora de la Universidad de Costa Rica, Dra. Yamileth González, ha solicitado a las señoras candidatas y a los señores candidatos a la Presidencia de la República, manifestar claramente lo que piensan sobre la educación superior pública, sobre el papel que le asignan dentro de sus proyectos de desarrollo nacional, y sobre el apoyo que pueden esperar las universidades, sobre todo en el plano del financiamiento.
He revisado con cuidado los programas de gobierno presentados hasta ahora, y solamente encuentro breves menciones a la educación superior pública, muy puntuales, generalmente conectadas con otros aspectos de la educación en general; pero hay un profundo agujero en lo que se refiere a los aspectos planteados por la señora Rectora de la UCR, quien, además, preside en este año el CONARE. Su preocupación es entonces, no solamente oportuna, sino también legítima.
Veamos algunas referencias que se hacen a la educación superior, sin distinguir claramente entre la pública y la privada, en los programas de los partidos que las encuestas indican estar en los primeros tres lugares de las preferencias ciudadanas, hasta el momento en que escribo esta nota. En el programa de doña Laura Chinchilla se habla de incrementar la graduación de profesionales en las áreas de ingeniería, la ciencia y las matemáticas, mediante programas que se van a desarrollar con las universidades públicas y privadas, dentro de un marco de diálogo y cooperación. En el programa de don Otón Solís se indica el establecimiento de una política integral y coordinada para la formación de recurso humano, con instituciones de educación técnica y superior. Y en el programa de don Otto Guevara, hay un apartado denominado “Calidad de la Educación Superior”, donde se plantean tres puntos: reducir la tramitología y supervisión previa de las Universidades, supongo que privadas; apoyar el “Examen de Incorporación” a los colegios profesionales, sobre todo en ciencias de la salud, derecho, contaduría pública e ingenierías, presumo que para controlar la calidad en la formación; y por último, impulsar la formación de especialistas médicos en universidades de forma supervisada por el CENDEISSS, el CONESUP o el CONARE. Conjeturo que con esta última medida se busca favorecer a las universidades privadas que ofrecen la carrera de medicina.
Llama la atención que don Otto no haya aprovechado la presentación tardía de su programa de gobierno, para referirse al documento de 1995, reciclado electoralmente por los estrategas del Partido Liberación Nacional, donde textualmente se dice lo siguiente: “…las universidades tendrán que ser totalmente autosuficientes; se debe acabar con las transferencias del Estado a las universidades. Para los alumnos de menos recursos recomendamos las becas privadas o el financiamiento, que existe actualmente, que permite la cancelación después de concluir los estudios.”
Por cierto que esta y otras referencias a las universidades públicas aparecidas en dicho documento, dieron pie para la adhesión a doña Laura Chinchilla del Rector Olman Segura, de la Universidad Nacional; de la Vicerrectora de Docencia de la Universidad de Costa Rica, Dra. Libia Herrero, y de un grupo de exrectores y exvicerectores de las universidades públicas, así como de algunos otros funcionarios y profesores. Ese comunicado es un ataque al candidato libertario, donde tampoco se aprovechó para hacer público el pensamiento de doña Laura sobre la educación superior estatal. Según el comunicado, la candidata liberacionista “…tomará las decisiones que fortalezcan la educación en general y consoliden el apoyo del Estado a las universidades”. Me disculpan, pero eso es un acto de fe.
Por otro lado, en esa adhesión se produjo una confusión entre lo personal y lo institucional, en el señor Rector de la UNA y la señora Vicerrectora de la UCR. Por supuesto que las personas que ocupan cargos en la administración universitaria están en su derecho de apoyar candidaturas y manifestar sus preferencias políticas; pero no deberían hacerlo en su calidad de funcionarios, porque compromete a las instituciones. Como catedráticos o como profesores universitarios pueden aparecer en una lista de adhesiones o en un documento partidario; pero no como titulares de cargos de elección, porque representan a conglomerados académicos donde prevalece la diversidad política partidista. ¡Y eso lo olvidaron!
He revisado con cuidado los programas de gobierno presentados hasta ahora, y solamente encuentro breves menciones a la educación superior pública, muy puntuales, generalmente conectadas con otros aspectos de la educación en general; pero hay un profundo agujero en lo que se refiere a los aspectos planteados por la señora Rectora de la UCR, quien, además, preside en este año el CONARE. Su preocupación es entonces, no solamente oportuna, sino también legítima.
Veamos algunas referencias que se hacen a la educación superior, sin distinguir claramente entre la pública y la privada, en los programas de los partidos que las encuestas indican estar en los primeros tres lugares de las preferencias ciudadanas, hasta el momento en que escribo esta nota. En el programa de doña Laura Chinchilla se habla de incrementar la graduación de profesionales en las áreas de ingeniería, la ciencia y las matemáticas, mediante programas que se van a desarrollar con las universidades públicas y privadas, dentro de un marco de diálogo y cooperación. En el programa de don Otón Solís se indica el establecimiento de una política integral y coordinada para la formación de recurso humano, con instituciones de educación técnica y superior. Y en el programa de don Otto Guevara, hay un apartado denominado “Calidad de la Educación Superior”, donde se plantean tres puntos: reducir la tramitología y supervisión previa de las Universidades, supongo que privadas; apoyar el “Examen de Incorporación” a los colegios profesionales, sobre todo en ciencias de la salud, derecho, contaduría pública e ingenierías, presumo que para controlar la calidad en la formación; y por último, impulsar la formación de especialistas médicos en universidades de forma supervisada por el CENDEISSS, el CONESUP o el CONARE. Conjeturo que con esta última medida se busca favorecer a las universidades privadas que ofrecen la carrera de medicina.
Llama la atención que don Otto no haya aprovechado la presentación tardía de su programa de gobierno, para referirse al documento de 1995, reciclado electoralmente por los estrategas del Partido Liberación Nacional, donde textualmente se dice lo siguiente: “…las universidades tendrán que ser totalmente autosuficientes; se debe acabar con las transferencias del Estado a las universidades. Para los alumnos de menos recursos recomendamos las becas privadas o el financiamiento, que existe actualmente, que permite la cancelación después de concluir los estudios.”
Por cierto que esta y otras referencias a las universidades públicas aparecidas en dicho documento, dieron pie para la adhesión a doña Laura Chinchilla del Rector Olman Segura, de la Universidad Nacional; de la Vicerrectora de Docencia de la Universidad de Costa Rica, Dra. Libia Herrero, y de un grupo de exrectores y exvicerectores de las universidades públicas, así como de algunos otros funcionarios y profesores. Ese comunicado es un ataque al candidato libertario, donde tampoco se aprovechó para hacer público el pensamiento de doña Laura sobre la educación superior estatal. Según el comunicado, la candidata liberacionista “…tomará las decisiones que fortalezcan la educación en general y consoliden el apoyo del Estado a las universidades”. Me disculpan, pero eso es un acto de fe.
Por otro lado, en esa adhesión se produjo una confusión entre lo personal y lo institucional, en el señor Rector de la UNA y la señora Vicerrectora de la UCR. Por supuesto que las personas que ocupan cargos en la administración universitaria están en su derecho de apoyar candidaturas y manifestar sus preferencias políticas; pero no deberían hacerlo en su calidad de funcionarios, porque compromete a las instituciones. Como catedráticos o como profesores universitarios pueden aparecer en una lista de adhesiones o en un documento partidario; pero no como titulares de cargos de elección, porque representan a conglomerados académicos donde prevalece la diversidad política partidista. ¡Y eso lo olvidaron!
lunes, 4 de enero de 2010
El frío enero pre-electoral
Después de una larga ausencia, debido a viajes y necesidad de un descanso prolongado, este blog se reactiva.
Estamos en enero de 2010, a unas pocas semanas de las elecciones para presidente, vicepresidentes, diputados y autoridades municipales. Nos despedimos del 2009 con encuestas que indicaban el orden de las preferencias del electorado en cuanto a candidaturas, coincidiendo en general en las posiciones alcanzadas por candidatas y candidatos, pero con discrepancias en lo referente a porcentajes y a la posibilidad de una segunda vuelta electoral.
Los resultados de una encuesta realizada por la firma Borge y Asociados para la Revista Poder –la última del año pasado--, reafirma lo indicado por las otras encuestas en cuanto a posiciones, pero difiere radicalmente, al menos con las de Demoscopía y de CID-Gallup, en cuanto a la posibilidad de una segunda vuelta. Según esta encuesta la candidata Chinchilla continúa en descenso, situándose en un 36,7%, tomando en cuenta al total de la nuestra, incluyendo a quienes indican no tener definido por quién votar y quienes no respondieron la pregunta. La segunda vuelta, entonces, aparece delineada con mayor claridad en el horizonte. Sin embargo, pese al descenso de la candidata Chinchilla, todavía su inmediato contendor, Otto Guevara, aparece con un porcentaje muy bajo.
Como lo hemos señalado en otras ocasiones, las encuestas son una especie de instantáneas de la realidad. Por tanto, no necesariamente permiten predecir lo que va a ocurrir en el corto o en el mediano plazo, aunque las encuestas realizadas con la técnica denominada “panel”, que periódicamente exploran a una misma muestra representativa, podrían establecer tendencias y acercarse con mayor precisión a los resultados finales reales.
Más allá de las encuestas, la evidencia impresionista indica que la candidata Chinchilla tiene buenas posibilidades de ganar las elecciones, pero con una Asamblea Legislativa bastante dividida. No parece posible que ni Otto Guevara, quien se ha instalado en el segundo lugar, ni Otón Solís, que ha descendido al tercero, puedan remontar las cifras actuales y disputar la presidencia en una primera vuelta. Tampoco el escenario de la segunda vuelta aparece perfilado manifiestamente.
Sin embargo, puesto que en esta campaña las pasiones no se han desbordado y el electorado se ha caracterizado por el silencio y la discreción, los resultados finales podrían ser muy diferentes a los que muestran las encuestas, para uno y para otro lado. Chinchilla podría ganar fácil o apretadamente, pero también podría no alcanzar el 40% y tener que disputar una segunda vuelta con resultados todavía más impredecibles.
Es posible que en este mes el grueso del electorado sea más elocuente, que se pronuncie con mayor claridad y que el panorama se vuelva más nítido, de manera tal que podamos vislumbrar lo que nos depara el destino a partir del próximo 8 de mayo.
Estamos en enero de 2010, a unas pocas semanas de las elecciones para presidente, vicepresidentes, diputados y autoridades municipales. Nos despedimos del 2009 con encuestas que indicaban el orden de las preferencias del electorado en cuanto a candidaturas, coincidiendo en general en las posiciones alcanzadas por candidatas y candidatos, pero con discrepancias en lo referente a porcentajes y a la posibilidad de una segunda vuelta electoral.
Los resultados de una encuesta realizada por la firma Borge y Asociados para la Revista Poder –la última del año pasado--, reafirma lo indicado por las otras encuestas en cuanto a posiciones, pero difiere radicalmente, al menos con las de Demoscopía y de CID-Gallup, en cuanto a la posibilidad de una segunda vuelta. Según esta encuesta la candidata Chinchilla continúa en descenso, situándose en un 36,7%, tomando en cuenta al total de la nuestra, incluyendo a quienes indican no tener definido por quién votar y quienes no respondieron la pregunta. La segunda vuelta, entonces, aparece delineada con mayor claridad en el horizonte. Sin embargo, pese al descenso de la candidata Chinchilla, todavía su inmediato contendor, Otto Guevara, aparece con un porcentaje muy bajo.
Como lo hemos señalado en otras ocasiones, las encuestas son una especie de instantáneas de la realidad. Por tanto, no necesariamente permiten predecir lo que va a ocurrir en el corto o en el mediano plazo, aunque las encuestas realizadas con la técnica denominada “panel”, que periódicamente exploran a una misma muestra representativa, podrían establecer tendencias y acercarse con mayor precisión a los resultados finales reales.
Más allá de las encuestas, la evidencia impresionista indica que la candidata Chinchilla tiene buenas posibilidades de ganar las elecciones, pero con una Asamblea Legislativa bastante dividida. No parece posible que ni Otto Guevara, quien se ha instalado en el segundo lugar, ni Otón Solís, que ha descendido al tercero, puedan remontar las cifras actuales y disputar la presidencia en una primera vuelta. Tampoco el escenario de la segunda vuelta aparece perfilado manifiestamente.
Sin embargo, puesto que en esta campaña las pasiones no se han desbordado y el electorado se ha caracterizado por el silencio y la discreción, los resultados finales podrían ser muy diferentes a los que muestran las encuestas, para uno y para otro lado. Chinchilla podría ganar fácil o apretadamente, pero también podría no alcanzar el 40% y tener que disputar una segunda vuelta con resultados todavía más impredecibles.
Es posible que en este mes el grueso del electorado sea más elocuente, que se pronuncie con mayor claridad y que el panorama se vuelva más nítido, de manera tal que podamos vislumbrar lo que nos depara el destino a partir del próximo 8 de mayo.
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